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Actualizado: 15 de mayo de 2025


Estoy sumamente agradecido.... La solterona hizo un gesto que significaba: "Como usted guste", ó "No hay de qué," y dijo: Voy á hacer venir una persona para que le cuide. Se despidió con una brusca inclinación de cabeza y salió. Por la noche, el doctor Fortier encontró á su enfermo mucho mejor y le ordenó una sopa y un ala de pollo.

Y si esa esperanza de orgullo y de poderío me fuera ofrecida ahora acompañada de un dolor semejante al que experimento, no quisiera revivir esa hora brillante. Porque bajo su ala llevaba una oscura mezcla y mientras volaba, dejaba caer una esencia todopoderosa para consumir un alma que tan bien la conocía.

Miró a uno y otro lado del pasillo, vio que nadie venía, y cogiendo a la avispa por el talle, a riesgo de quebrarle un ala, la atrajo hacia y le plantó en el cuello un beso como no se lo había dado a mujer alguna desde la regencia de Espartero, exclamando: ¡ vas a ser mi perdición! ¡Y usted la mía! repuso ella con la voz trémula, como desposada que viera descorrerse las cortinas del tálamo.

El edificio de las Micaelas había sido una casa particular, a la que se agregó un ala interior costeando dos lados de la huerta en forma de medio claustro, y a la sazón se le estaba añadiendo por el lado opuesto la iglesia, que era amplia y del estilo de moda, ladrillo sin revoco modelado a lo mudéjar y cabos de cantería de Novelda labrada en ojival constructivo.

¡Vieja! gritó la señorita Guichard. ¡Insolente! Usted verá quién soy yo ... ¡Perfectamente! apoyó Bobart; una demanda de indemnización ... ¡! ¡Ya te daré yo la indemnización! vociferó el hombre con ademanes violentos. ¡Ven aquí, que te voy á hacer que escondas la cabeza debajo del ala, gallo viejo! ¿No te da vergüenza, á tu edad? ¡Vámonos! ¡Está ebrio! exclamó la señorita Guichard. ¡Ebrio!

Es una bobada que continuemos asíPausa mental. «He ido demasiado lejos al decir ala Virgen que no me importa no tener hijos. Me gustaría mucho tener hijos. La verdad es que, lo que se dice prometer, no le he prometido a la Virgen no tener hijos. La Señora me habrá entendidoTelva, vete a ver cómo sigue don Anselmo. Señorita, si acabo de venir de allí.... Obedece. Vete a ver cómo sigue.

A trechos por el ultramisticismo de apoteosis de sus poemas pasa una desolada sombra de horror: el ala angustiadora y proterva del monstruo del alcohol. Y así nos ha dado las más hondas y raras impresiones que artista alguno dió a la humanidad en todos los tiempos.

El dañador casi lloraba recordando la muerte del valeroso camarada, la descarga que le había hecho caer cerca de él, la alegría de los guardas, desplegados en ala como un ejército para acabar con un animal que tenía más astucia que muchos hombres, y la conducción del cadáver hasta el pueblo de El Pardo, donde le admiraron como si entrase en triunfo después de muerto.

»Leímos el papel, y decía así: Cuando yo era niña, tenía mi padre una esclava, la cual en mi lengua me mostró la zalá cristianesca, y me dijo muchas cosas de Lela Marién. La cristiana murió, y yo que no fue al fuego, sino con Alá, porque después la vi dos veces, y me dijo que me fuese a tierra de cristianos a ver a Lela Marién, que me quería mucho.

El ala izquierda ocupaba, Y en el furibundo encuentro El campo quedó sembrado De hombres y caballos muertos. Quedó en medio á la cuchilla De sangre un ancho reguero: ¿Quién lo hizo? el escuadron Que por vengar sus guerreros, Pasó legiones de esclavos A los filos de su acero.

Palabra del Dia

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