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Actualizado: 22 de mayo de 2025
El señor Fermín creía que, tratándose de un hombre de tantos méritos, era innecesario solicitar la autorización del amo. Dupont, por su parte, respetaba el carácter probo y bondadoso del agitador, y su egoísmo de hombre de negocios le aconsejaba la benevolencia. ¡Quién sabe si aquellas gentes volverían a mandar el día menos pensado!...
¿Cómo está don Fernando?... Sentía por el agitador un gran respeto desde sus tiempos de jornalero. La protección de los Dupont y la ductilidad con que se plegaba a todas sus manías, le habían elevado. Pero, como compensación a este servilismo que le había convertido en jefe del taller, guardaba un secreto afecto al revolucionario y a todos sus compañeros de la época de miseria.
En mis tiempos de agitador político, allá por el año 1902, los republicanos de Mallorca me invitaron a un mitin de propaganda de nuestras doctrinas que se celebró en la plaza de Toros de Palma. Después de esta reunión popular, los otros diputados republicanos que habían hablado en ella se volvieron a la Península.
Los guardianes, viendo en él al antiguo diputado, al agitador famoso que en el período de la República se había negado a ser ministro, le llamaban don Fernando, con instintivo respeto. Llamadme Fernando a secas decía con sencillez. Habladme de tú, como yo os hablo. No somos más que hombres.
El secretario del jefe político, informado por la policía, le dijo que el preso era un agitador, pagado por los amigos de la reacción; pero Claudio lo disculpó cuanto pudo, diciendo que era un joven sin experiencia ni juicio; y al fin, después de muchos empeños y recomendaciones, se dió la orden para ponerle en libertad. Bozmediano se dirigió á la Cárcel de Villa.
Buscaba la paz y el silencio, y le rodeaba en pequeñas proporciones el mismo ambiente de proselitismo y ciegos entusiasmos que en su época de martirio. Deseaba anularse y desaparecer al penetrar en la catedral, y la suerte se burlaba, resucitando al agitador en pleno escondite, para turbar la paz de aquella ruina.
La luz del sol bañaba todo un lado; la sombra de las columnas cortaba oblicuamente los grandes cuadros de oro que cubrían las baldosas. Un silencio augusto, la calma santa de la catedral, penetraba en el agitador como dulce narcótico. Los siete siglos adheridos a aquellas piedras parecían envolverle como otros tantos velos que le aislaban del resto del mundo.
Lucha tenaz; mi espíritu se aterra, y en vano busca el insoluble arcano tras de el que en pos, el pensamiento humano, riñe consigo mismo cruda guerra. ¡Dios! ¡Un tiempo tirano de la tierra! ¡Terrible agitador del Occeano que sumerge azotándola inhumano la pobre nave que en su seno encierra!
Más allá sólo había ido, según el tío Ventolera, cierto fraile desterrado por el gobierno como agitador carlista, que había construido en la costa de Ibiza la ermita de los Cubells. Era un hombre duro y atrevido continuó el viejo . Dicen que puso una cruz en lo más alto, pero hace tiempo que se la llevaron los malos vientos.
Palabra del Dia
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