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Actualizado: 1 de julio de 2025
Nébel, que había descendido del estribo, afligido, corrió y alcanzó el ramo que la joven le tendía, con el cuerpo casi fuera del coche. Nébel había llegado tres días atrás de Buenos Aires, donde concluía su bachillerato. Había permanecido allá siete años, de modo que su conocimiento de la sociedad actual de Concordia era mínimo.
Baltasar intenta derribar en tierra con su espada al atrevido profeta; pero nada logra contra el ungido del Señor, alejándose desalentado y afligido. Daniel prorrumpe en estas palabras: ¿Quién sufrirá tus inmensas Injurias, Autor del día?
Poco antes de la toma de esta ciudad, Carácas fué tambien ocupada por los españoles, y el 6 de Julio Bolívar, afligido por el triste espectáculo de las numerosas familias que como un fúnebre cortejo seguian sus pasos, caminaba hácia Barcelona por la montaña de Capaya y la costa del mar.
Lo que ocurrió fue el resultado de la fatalidad más deplorable. La bala que disparó el gaucho penetró por la sien derecha en la cabeza del pobre joven y le dejó muerto en el acto. Grande fue el pasmo y profunda la lástima de todos los cómplices en aquel horror. El mismo Pedro Lobo, disipada de pronto su cólera, se sintió afligido.
Paréceme que ya me he detenido Con esta gente tanto, que olvidado Dirán que tengo al campo, que tendido Pintè en el arenal desabrigado. Con su memoria estoy tan afligido, Que temo de me ver en tal estado: Espérenme á otro canto de amargura, Y ayuden á llorar tal desventura.
El ejemplo mismo de su querido maestro no le había servido; porque si él, a pesar de su labor de obrero, había permanecido caballeresco, es porque se llamaba Aubry de Chanzelles, y de nacimiento poseía esa ciencia de la delicadeza que no se adquiere jamás. Afligido, Juan se sentó al borde de un sendero que baja casi cortado verticalmente hacia el mar, a lo largo de la barranca.
Si airado un padre forma llanto ó queja, No para provocar el pueblo á risa Le interrumpa el plebeyo, que graceja; Que así nuestra piedad, por tan preciosa Obligación, socorre al afligido, Como naturaleza nos lo avisa... El adversario más encarnizado y constante de las comedias y del teatro de su tiempo, fué Cristóbal Suárez de Figueroa.
Con voz del Santo Oficio y apellido Le prenden, y eso suena su proceso: En un punto se vé el pobre afligido, Con miserable fin del mal exceso. ¡Quien duda que estaba arrepentido, En contemplar el triste aquel suceso! Que el solo conocer su grave culpa, Es lo que al pecador mas le disculpa.
¿Cómo? ¿yo? exclamó asustado. Pero, mujer, ¿no comprendes que eso puede engendrar sospechas? La dama se obstinó. Que sí, que había de ser padrino. Si sospechaban, buen provecho. A ella le tenía sin cuidado. Pero viéndole realmente afligido cambió de idea. No te apures, hombre, no te apures dijo dándole un tironcito a la barba.
Por mucho que me parecieran disparatadas las razones de mi amigo, todavía lo vi tan cordialmente afligido y con abatimiento tal, que tuve a mejor partido el consolarle con otros discursos no de más compás que los suyos, y procuré que durmiendo recogiese con el sosiego algún poco de más de seso.
Palabra del Dia
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