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Actualizado: 1 de junio de 2025
El viejo calla en un silencio triste; todo un pasado rebulle en su cerebro; toda una época de actores aclamados y actrices adorables que poco a poco se esfuman en el olvido. La sala se ha ido quedando vacía; en un rincón se inclinan dos jugadores sobre una mesilla verde; de cuando en cuando profieren una exclamación, levantan el brazo y lo dejan caer pesadamente sobre el tapete.
Saben al dedillo las vidas ajenas, y cuando se les ocurre algún chiste relativo á SS. MM., preferirían, á no soltarlo, que las ahorcasen en el cuarto de hora siguiente. »Puede asegurarse que en Madrid se tributa á las actrices un verdadero culto. No hay una siquiera, que no mantenga relaciones con algún señorón, y por la cual no diesen su existencia muchos hombres.
Ana de Barrios, nacida en Nápoles. Clara Camacho, valenciana, de la que se cuenta que, al representar un auto, fué acometida de repente de escrúpulos religiosos, á consecuencia de los cuales renunció al mundo para siempre. Antonia Infante. Eufrasia María de Reina. Josefa Morales. Inés Gallo. Manuela de Acuña. Manuela Escamilla, de una familia de la cual salieron muchos actores y actrices famosos.
Entre las actrices de la misma época, se distinguieron Ana de Velasco, Mariana Páez, Mariana Ortiz, Mariana Vaca y Jerónima de Salcedo. Entre los más renombrados que brillaron en las tablas, hasta la mitad del siglo XVII, merecen mención especial los siguientes: Pinedo.
Decíase que entre las actrices las había de hermosísima voz, pero de figura más hermosa todavía y si se ha de dar crédito á murmuraciones, su amabilidad estaba por encima aun de la voz y la figura. A las siete y media de la noche ya no había billetes ni para el mismo P. Salví moribundo, y los de la entrada general formaban larguísima cola.
El entendimiento elevado, la no común habilidad, y sobre todo el genio del artista, no equivalen, sino valen más que la hermosura. Esa portentosa luz interior del espíritu se difunde por todo el cuerpo y le ilumina y hermosea. Claro está, por consiguiente, que en los actores y actrices principales no tendrá la junta directiva que investigar y probar si hay ó no corporal belleza.
Las damas que debían tomar parte en la representación, entre ellas las dos hijas de la casa, Recareda y Valeria, salieron para concluir de arreglarse; su nieta Medarda, que según se decía en la tertulia era un portento y estaba destinada a eclipsar a todas las actrices españolas, lo mismo. Acudía cada vez más gente; no cabiendo en el gabinete, andaba distribuída por los pasillos y el comedor.
Y es que todos los artistas, aun los más independientes y de personalidad más firme, son esclavos de la multitud; el gran enemigo cuya voluntad multiforme palpita hostil en la amplitud de la sala. Otras noches, en cambio, «el público está bueno». ¿Por qué? Tampoco se sabe; pero es así, y actrices y actores acuden entonces al escenario rientes y tranquilos, como á una fiesta.
Mientras reina el pasagero tumulto, causado por los que se atropellan para ir al vestuario y felicitar á las actrices, por los que van á saludar á las señoras en los palcos, algunos emiten su juicio sobre la pieza y los artistas. Indudablemente, la Serpolette es la que más vale, dice uno dándose aires de inteligente. Prefiero la Germaine, es una rubia ideal. ¡Si no tiene voz!
De aquí se deduce que podrían ser permitidas, si hubieran de desempeñarse por mujeres feas, torpes y mal vestidas, que ni saben bailar, ni cantar, ni siquiera declamar como deben, puesto que sólo es posible que haya buenos versos cuando el brillo y aparato de lo representado lo exige imperiosamente. Pero entonces, ¿qué actrices habían de ser esas?
Palabra del Dia
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