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Cuando el hermano marchó al colegio, estuvo malucha. Por eso la ve usted descolorida. Es un ángel, señorito. Todo se le vuelve aconsejar bien a las hermanas.... Señal de que lo necesitan arguyó don Pedro maliciosamente. ¡Jesús! No puede uno deslizarse.... Bien sabe usted que sobre lo bueno está lo mejor, y la señorita Marcelina raya en perfecta. La perfección es dada a pocos.

No por dar gusto á V. he de aconsejar yo á Clara, cuando la nave de su vida va á entrar ya en el puerto segurísimo y abrigado, que vuelva la proa y que se engolfe en el piélago borrascoso, donde puede zozobrar y hundirse con eterno hundimiento. interrumpió el Comendador, harto ya, lo mejor es que se muera para que se salve. ¿Y cómo negarlo? respondió fuera de Doña Blanca.

De todos modos insisto en aconsejar a usted que no se arredre y que siga escribiendo.

754 Soñaba siempre con ella, sin duda por su delito, y decía el viejo maldito, el tiempo que estuvo enfermo, que ella dende el mesmo infierno lo estaba llamando a gritos. 755 siempre andaba retobao: con ninguno solía hablar; se divertía en escarbar y hacer marcas con el dedo, y en cuanto se ponía en pedo me empezaba a aconsejar.

Si hacía obras de caridad hasta donde sus cortos medios lo consentían, era tan sin estruendo, que nadie se enteraba; si, movido a ello por compasión o porque lo juzgaba absolutamente necesario, daba algún consejo, le daba con tal llaneza y con tan pocos textos y autoridades, que nadie hacía caso, y aun había quien supusiese que no sabía aconsejar por lo fino, acostumbrado a vivir entre los salvajes allá en las Indias.

-Debe de ser -dijo Sancho- su amo de vuesa merced caballero a lo eclesiástico, y podrá hacer esas mercedes a sus buenos escuderos; pero el mío es meramente lego, aunque yo me acuerdo cuando le querían aconsejar personas discretas, aunque, a mi parecer mal intencionadas, que procurase ser arzobispo; pero él no quiso sino ser emperador, y yo estaba entonces temblando si le venía en voluntad de ser de la Iglesia, por no hallarme suficiente de tener beneficios por ella; porque le hago saber a vuesa merced que, aunque parezco hombre, soy una bestia para ser de la Iglesia.

Consideraba los ejercicios en que todos se ocupaban; finalmente, exageraba cuán descuidada justicia había en aquella tan famosa ciudad de Sevilla, pues casi al descubierto vivía en ella gente tan perniciosa y tan contraria a la misma naturaleza, y propuso en de aconsejar a su compañero no durasen mucho en aquella vida tan perdida y tan mala, tan inquieta, y tan libre y disoluta.

Afirmaba tener los brazos negros de los pellizcos que la infligía en cuanto se tocaba la cuestión del convento. Un día mostró a su confesor una oreja rota, de un tirón del feroz jorobado; otro, llegó con una mejilla inflamada y renegrida por haberle tirado un cepillo a la cara. El P. Gil estaba horrorizado y confundido. No sabía qué hacer ni aconsejar.