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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Quise imponerme dulcemente, fingiendo que no acertaba yo a comprender por qué rehusaba mi ayuda. ¡Déjame! ¡déjame! decía angustiada, sollozando. ¡En el sillón! ¡En el sillón! Era su voz tan débil que apenas la oíamos. En nuestra congoja creímos por momentos que iba a expirar. En esto llegó el doctor. ¿Qué tenemos de nuevo? Vamos, vamos.... ¿Qué tal, mi señora? ¡Esos nervios! ¡Esos nervios!
Me costó muchísimo trabajo contener en mi lengua las oleadas que subían de mi corazón cuando me vi por primera vez enfrente de aquella criatura que cada día se me revelaba con nuevos atractivos, y noté que leyéndome ella esta lucha en la expresión de mis ojos o en el acento de mi voz, tampoco acertaba a pintar con el colorido que la imponían «las circunstancias», el placer con que volvía a verme.
Otros amantes, mientras más aman, se hacen más dignos del amor, porque el amor hermosea y sublima los espíritus; pero yo, amándote, me degradaba en vez de elevarme, porque pisoteaba juramentos y promesas, y no amándote, me degradaba también, porque recibía de ti inmensos e inestimables tesoros de cariño que no acertaba a pagar.
Había allí tal abundancia de ranas, lagartos, sapos, escuerzos y otras sabandijas, que era la tierra de promisión para aquel pájaro zancudo, el cual, por su gran tamaño y por la extraordinaria longitud de sus alas, cubiertas en los extremos de lustrosas y negras plumas, dejaba conocer que era del género masculino. Lo que Poldy no acertaba a determinar era si el pájaro estaba casado o soltero.
Rosa sonrió tristemente. Por último, otro día la halló con un brazo en cabestrillo sobre un pañuelo anudado a la garganta. Aquella vez se había caído viniendo de la fuente con una herrada en la cabeza. Andrés quedó preocupado. No acertaba a explicarse tantas coincidencias; pero como no tenía dato alguno que pudiese suministrarle explicación más verosímil, pronto se disiparon sus cavilaciones.
Delante de esta sombra era Lázaro muy elocuente, y siempre acertaba á expresar lo que sentía; y sentía tanto el pobre, que á veces le daba uno de esos accesos vehementes, en que el organismo se conmueve todo, quebrantado y oprimido por la enorme expansión del espíritu. Salía de la casa por no hallarse bien en ella, y volvía á entrar por no hallarse bien fuera.
Nutrido aquel ingenio en las propias fuentes de la amplificación, no acertaba a expresar ningún concepto en términos justos y precisos, sino que los daba siempre por triplicado. Va de ejemplo. PEZ. Al punto a que han llegado las cosas, amigo D. Francisco, es imposible, es muy difícil, es arriesgadísimo aventurar juicio alguno.
Tan estupefacto quedó que no acertaba a decir palabra. Inmóvil, con la copa en la mano, les contemplaba con ojos de espanto.
Las nuevas deste lugar son que la Berrueca casó a su hija con un pintor de mala mano, que llegó a este pueblo a pintar lo que saliese; mandóle el Concejo pintar las armas de Su Majestad sobre las puertas del Ayuntamiento, pidió dos ducados, diéronselos adelantados, trabajó ocho días, al cabo de los cuales no pintó nada, y dijo que no acertaba a pintar tantas baratijas; volvió el dinero, y, con todo eso, se casó a título de buen oficial; verdad es que ya ha dejado el pincel y tomado el azada, y va al campo como gentilhombre.
Hallábase realmente conmovido el señor de la Lage: era la primera vez que casaba una hija; sentía desbordarse en su alma la paternidad, y al tomar de la mano a Nucha para conducirla a la cámara nupcial, alumbrándoles el camino Misia Rosario con un candelabro de cinco brazos cogido de la mesa del comedor, no acertaba a pronunciar palabra, y un poco de humedad se asomaba a sus lagrimales áridos, y una sonrisa de orgullo y placer entreabría al mismo tiempo su boca.
Palabra del Dia
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