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Actualizado: 14 de mayo de 2025
2.º Le costó mucho trabajo el concebir que hubiese otros objetos mas allá de los que él veia; no acertaba á distinguir los límites; todo le parecia inmenso. Tampoco sabia concebir cómo la casa podia parecerle mas grande que su gabinete; aun cuando sabia por experiencia que este era mas pequeño que aquella.
A ratos se preguntaba con sinceridad de dónde y cómo le había venido el fortalecimiento de aquella idea; mas no acertaba a darse respuesta. ¿Era quizás que el silencio y la paz de aquella vida hacían nacer y desarrollarse en ella la facultad del sentido común?
Fué el juego al parar; y lo bueno fue que dijo que no sabía el juego, e hizo que se le enseñásemos. Dejónos el bienaventurado hacer dos manos, y luego nos la dió tal, que no dejó blanca en la mesa. Heredónos en vida; retiróla el ladrón con las ancas de la mano, que era lástima: perdía una sencilla, y acertaba doce maliciosas.
A doña Paca le caía un hilo de lágrimas de cada ojo, y no acertaba a proferir palabra. ¡Cuál sería su emoción, cuáles su sorpresa y júbilo, que se borró de su mente la imagen de Benina, como si la ausencia y pérdida de esta fuese suceso ocurrido muchos años antes!
Quiso la dama hablarle, y no pudo decir una palabra, pues con todo su talento y práctica del mundo no acertaba con la clave de las ideas que ante aquel hombre, dada la situación de él, debía desarrollar. ¿Qué le diría? ¡Este sí que era problema! ¿Qué tono tomaría? ¿Era cuerdo el tal o no?
Para servir a usted muchos años. ¿Y no acertaba usted con los Pazos? Me costaba trabajo el acertar. Aquí los paisanos no le sacan a uno de dudas, ni le dicen categóricamente las distancias. De modo que.... Pues ahora ya no se perderá usted. ¿Quiere montar otra vez? ¡Señor! No faltaba más. Primitivo ordenó el marqués , coge del ramal a esa bestia.
Deseó luego las buenas noches a su hermana para cortar toda réplica, diose vuelta hacia el lado de la pared, y quedó pronto dormida como un pajarito. Entretanto, escuchando su fácil y rítmica respiración, Laura se revolvía insomne entre las sábanas. Agitábanla pensamientos tan vagos y tristes, que no acertaba ni hubiera querido confesárselos a sí misma...
Calló en diciendo esto don Quijote, y el de lo verde, según se tardaba en responderle, parecía que no acertaba a hacerlo; pero de allí a buen espacio le dijo: -Acertastes, señor caballero, a conocer por mi suspensión mi deseo; pero no habéis acertado a quitarme la maravilla que en mí causa el haberos visto; que, puesto que, como vos, señor, decís, que el saber ya quién sois me lo podría quitar, no ha sido así; antes, agora que lo sé, quedo más suspenso y maravillado. ¿Cómo y es posible que hay hoy caballeros andantes en el mundo, y que hay historias impresas de verdaderas caballerías?
Pero luego caía yo en un abatimiento tal y tan grande, que no acertaba a guiar la caballería. «¿Por qué se mueren las gentes? ¡Dios mío! ¿por qué? repetía yo. ¿Por qué quieres llevarte a la pobre anciana?» ¡Necio de mí que no acerté a pensar que la muerte estaba tan cerca!
Febrer, desconcertado por las vehemencias cariñosas del payés y la curiosidad respetuosa de sus dos hijos, plantados ante él, no acertaba a coordinar sus recuerdos. El buen hombre adivinó este olvido en su mirada indecisa. ¿De veras que no le reconocía?
Palabra del Dia
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