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Actualizado: 8 de octubre de 2025
Gabriel caminaba agarrado a una traviesa del carro, con la vista fija en los timoneles, sintiendo en sus piernas el roce dé los que empujaban aquel artefacto semejante a los carros de los ídolos indostánicos. Al salir de la catedral por la puerta Llana la única del templo que está al nivel de la calle , Gabriel pudo abarcar con su vista toda la procesión.
Cuando se elevaba hasta sus cumbres podía abarcar con rápida visión el mar solitario, sin la gallarda montaña del buque y moteado de objetos obscuros. Estos objetos se deslizaban inertes ó se movían agitando un par de antenas negras. Tal vez imploraban socorro, pero el desierto húmedo absorbía los gritos más furiosos, convirtiéndolos en lejanos balidos.
Y convencido de esto, quería abarcar con la pluma la grandeza infinita de su desolación. Aparentábamos serenidad, confianza en el porvenir, certeza de volver a vernos; pero de pronto nos fue imposible fingir por más tiempo, y había lágrimas en nuestros ojos y en nuestra voz... Y sin embargo, este dolor casi no era nada; había en él más preocupación que realidad.
«La roca», para los monegascos, es por antonomasia el peñón en que está asentado Mónaco, y dar su vuelta equivale á seguir el contorno de jardines y abandonados baluartes que, partiendo del palacio de los Príncipes, vuelve á él después de abarcar toda la vieja capital. Siguió exteriormente la cerca de los jardines de San Martino.
Cuando llegamos arriba y entramos, no sin trabajo, en la tribuna, la pobre muchacha mostraba en sus asombrados ojos y en el encendido color de sus mejillas, la viva emoción que espectáculo tan nuevo para ella le produjera. Al abarcar con la vista la iglesia-salón, observé la tribuna de señoras, la de diplomáticos, y no vi a las dos muchachas ni a lord Gray.
El propietario adivinó. ¡Su baño: la famosa tina de oro!... Luego, con un brusco cambio de opinión, no sintió dolor por esta pérdida. Odiaba ahora la ostentosa pieza, atribuyéndole una influencia fatal. Por su culpa se veía él allí. Pero ¡ay!... ¡los otros muebles amontonados en los camiones!... En este momento pudo abarcar toda la extensión de su miseria y su impotencia.
El trapero creía abarcar con sus ojillos pitañosos toda la humanidad albergada bajo este caparazón de tejas, que a aquellas horas corría y gritaba por las celdillas y callejones de la enorme colmena. Su voz tomaba un acento solemne, como siempre que creía decir algo trascendental. La hembra, Isidro, es inferior al hombre e indigna de él.
Todo el lado de la pradera que llegaba á abarcar con su ojo abierto, así como la linde de la masa de matorrales y la tierra que quedaba entre sus troncos, estaban ocupados por una muchedumbre de seres humanos, idénticos en sus formas á los componentes de todas las muchedumbres. Pero lo que él creía matorrales eran árboles iguales á todos los árboles y formando un bosque que se perdía de vista.
A ella es a quien ha debido su vivacidad, la rapidez de su acción, la libertad de abarcar las épocas y los lugares más alejados unos de otros, esas bruscas transiciones gracias a las cuales el juglar antiguo y el cronista, venido tras él, transportaban a su antojo la atención de los oyentes del uno al otro lado de los lugares donde se desenvolvía el relato.
Desde la cubierta de la goleta sólo se podía ver á corta distancia, y el conde trepó repetidas veces por las escalas de cuerda de la arboladura, para abarcar con sus ojos un espacio más extenso. Una mañana gritó desde lo alto al capitán, señalándole un punto del horizonte. Debía hacer rumbo en la misma dirección. Allí estaban los que él buscaba.
Palabra del Dia
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