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Actualizado: 29 de julio de 2025
Pero el calor creciente les hizo presto abandonar aquél por la sombra de los corredores. El día avanzaba igual a los precedentes de todo ese mes; seco, límpido, con catorce horas de sol calcinante que parecía mantener en fusión el cielo, y que en un instante resquebrajaba la tierra mojada en costras blanquecinas. Míster Jones fué a la chacra, miró el trabajo del día anterior y retornó al rancho.
Y el pobre hombre, que consideraba el no pagar como la mayor de las deshonras, volvía á sus faenas cada vez más débil, más extenuado, sintiendo en su interior el lento desplome de su energía, convencido de que no podía prolongar esta lucha, pero indignado ante la posibilidad tan sólo de abandonar un palmo de las tierras de sus ascendientes.
Había que trabajar como los primeros apóstoles del cristianismo, seguros del porvenir, pero sin prisa por ver realizadas sus ideas; puestos los ojos, en la labor del día, sin pensar en los años y los siglos que tardaría en dar su fruto. El ardor del proselitismo le hizo abandonar París a los cinco años.
En tal hora, pues, y con semejante espectáculo á la vista, si un hombre sentado solo en las altas horas de la noche, no puede idear cosas extrañas y conseguir que tengan éstas un aire de realidad, debe abandonar para siempre toda tentativa de escribir novelas.
El viejo squire era un hombre implacable; tomaba resoluciones durante una cólera violenta y no había medio de hacérselas abandonar, ni aun cuando esa cólera se hubiera disipado. Así son las lavas ardientes de los volcanes que se endurecen y forman una roca cuando se enfrían.
Entró en la tienda hecho una lástima, oliendo todavía a estiércol y a requesón agrio, como si acabase de abandonar el corral de ganado.
Ahora, para economizarse este suplente, daban cinco céntimos al arador, con la condición de no abandonar la yunta aunque el estómago le atormentase con los más crueles llamamientos, y a esto le llamaban ellos con una sorna triste, «vender el... sitio más innoble del cuerpo». Cada año venían a los cortijos más mujeres de la sierra.
Excusamos decir la algazara que con tal motivo se promovió en la elegante sala del Español. El señor Azorín y el individuo bromista tuvieron que abandonar el teatro entre las protestas de los espectadores.» Y Azorín, que le ha leído a Sarrió este suelto, ha dicho tristemente: Esta es, querido Sarrió, la manera que tienen los hombres de escribir sus historias.
Una tarde en que el desencanto y la amargura habían invadido su pecho en que iba pensando seriamente, al caminar por la calle de Serrano, en abandonar por completo aquella ridícula aventura, al pasar por debajo del mirador después de haber saludado al joven, sintió caer sobre ella un puñado de flores deshechas. Levantó la vista y le envió una afectuosa sonrisa de reconocimiento.
Poldo, al abandonar sus malas hazañas, se había hecho muy religioso y solía asistir a las misiones para los hombres de mar cuando estaba en tierra, como también Blair era, según ustedes saben, un hombre muy temeroso de Dios para ser marino. Cuando recuerdo todas las circunstancias, pienso que era muy natural que Poldo entregase el secreto del Cardenal, muerto, en manos de su mejor amigo.
Palabra del Dia
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