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Actualizado: 21 de mayo de 2025


A las tres, otra ola, que embistió de costado a la chalupa, estuvo a punto de volcarla; pero Van-Horn, que no abandonaba la caña del timón, la salvó con una brusca virada, mientras el Capitán, sin perder un momento la calma, aflojaba rápidamente la cuerda de la vela. Casi en el mismo instante Cornelio, que estaba a proa, señalaba una costa.

Hacia las Pascuas se corrió la voz de que Kotelnikov se casaba con miss Korrayt, la cual, con tal motivo, se convertía a la religión ortodoxa y abandonaba el café cantante del señor Jacobo Duclot. Según los mismos rumores, el propio director había consentido en ser el padrino del joven esposo.

Abandonaba su tarea de escoger en los montones de basura y hacía sentar a Maltrana en el mejor mueble de la casa, un banco procedente de un tranvía viejo que había comprado por entero con la ayuda de su camarada el señor Polo: magna empresa para la que juntaron sus capitales. La señora Eusebia no podía ver a Isidro sin lamentar inmediatamente la triste suerte de su hija.

Una vez templada, la señorita de Delgado declaró terminantemente que no cantaría porque no se acordaba de nada. La tertulia se conmovió profundamente y trató con reiteradas súplicas de infundirle un recuerdo fresco de alguna preciosa melodía. Mas como la cantante no abandonaba el instrumento y seguía haciéndole sonar dulcemente, volvieron todos a guardar silencio y a esperar con ansia la canción.

Cuando me abandonaba con todo el egoísmo de la pasión á mi secreto éxtasis, del que es fácil se dibujara algún reflejo en mi fisonomía, fuí despertado repentinamente por estas palabras, que me eran dirigidas con voz sorda y en un tono de afectada tranquilidad: ¿Señor Marqués de Champcey, ha habido muchos cobardes en su familia antes que usted?

¡Ay, Luis! suspiró el gigante con un acento casi infantil, cogiendo, las manos de su primo. Mi vida terminó. Han matado todas mis ilusiones... ¡Se fueron!... ¡se fueron! Y se abandonaba, como si quisiese caer sobre Aresti, abrumando la pequeñez del doctor con su corpachón. ¡Energía, Pepe! ¿Qué es esto, que te desplomas como una señorita desvanecida? ¡Firmes, vive Cristo!

Adriana se abandonaba a la dulzura de quedarse allí, anegada en sus propias ideas y en la vaga contemplación de esta calle solitaria, retraída del rumoreo cosmopolita con su elegante edificación de cerrados palacetes.

Si le abandonaba uno de los dioses, el otro, por rivalidad, le protegería. Después de esto se lanzó valerosamente á través del Despoblado. Los más horrendos paisajes de la Cordillera conocidos por él resultaban lugares deliciosos comparados con esta altiplanicie. La tierra sólo ofrecía una vegetación raquítica y espinosa al abrigo de las piedras.

Clara le miró partir, y aquel hombre, que le había inspirado tanto miedo, que había sido siempre un tirano para ella, le pareció un ángel tutelar que la abandonaba en tales momentos. Sintió impulsos de correr á abrazarle para salir con él; le miró en silencio, y cuando se hubo marchado observó á las tres viejas con terror, y dos lágrimas de desconsuelo y angustia corrieron por sus mejillas.

Unos ojos grandes, húmedos y ligeramente oblicuos; una dentadura fuerte y deslumbrante entre los labios gruesos de rosa obscuro; una carne pomposa y pálida, y una cabellera exuberante, negra y con tendencia á rizarse apenas la abandonaba el peine, eran los componentes principales de su belleza.

Palabra del Dia

bagani

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