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Actualizado: 13 de junio de 2025
El animal ordenado y económico, que tiene en torno los sacos llenos de cosecha y se prepara á invernar en opípara abundancia, no quiere oír la súplica de la bohemia y añade á su negativa la burla cruel: «¿No has pasado cantando el verano mientras yo trabajaba? Pues bien; ahora, baila.»
El doctor Voronof pretende haber descubierto, sencillamente, el secreto de la eterna juventud. «Nuestra vida dice el doctor Voronof no depende tanto del funcionamiento de los grandes órganos como de la secreción de ciertas glándulas, minúsculas algunas veces...» Al leer esto, le entran a uno vivísimas sospechas de que el doctor Voronof llama glándulas minúsculas a los talones del Banco de España, al papel moneda y a los distintos valores en curso, sospechas que se acentúan a medida que uno sigue leyendo: «Un hombre añade el sabio cirujano puede vivir sin riñón o sin estómago; pero si le suprimimos, por ejemplo, las cápsulas subrenales, muere...» Indudablemente piensa uno el doctor Voronof, llevado de su tecnicismo profesional, denomina cápsulas subrenales a las piezas de cinco pesetas.
Desde el momento que se las compara, y se supone en el espíritu un acto por el cual percibe la diferencia, se le atribuye algo mas que la pura sensacion, se le añade una facultad distinta de la de sentir, esto es, la de comparar las sensaciones y apreciar sus semejanzas y diferencias. No hay juicio posible, sin las ideas de identidad ó semejanza; y estas ideas no son sensaciones.
El oculista nos cuenta que el niño no podia distinguir los objetos por mas diferentes que fueran en forma y tamaño; y sin embargo añade que encontraba mas agradables los que eran mas regulares; luego los distinguía; sin este discernimiento, la sensacion no podia ser mas ni menos grata.
Don Víctor calla anonadado por la emoción; luego, haciendo un último esfuerzo, añade: Después me lo quitaron... me quitaron mi bastón, ¿eh?... mi bastón con el puño de vuelta... Y desde entonces... desde entonces... Su voz tiembla y se apaga en un silencio de tristeza infinita.
El doctor Montifiori se movía por el salón como una góndola con proa de ánade: tenía un abdomen formado sin duda por las golosinas de los banquetes de embajada, a los que concurría invariablemente a pesar de su retiro.
Sí, señor; y, en fin, cuando uno no sabe su relación se dice cualquier tontería, y el público se la ríe. ¡Es tan guapo el público! ¡si usted viera! Ya sé ¡ya! Vez hay que en una comedia en verso se añade un párrafo en prosa: pues ni se enfada, ni menos lo nota. Así es que no hay nada más común que añadir... ¡Ya se ve, que hacen muy bien!
Entonces observo yo filosóficamente , ¿no les tendrá casi cuenta ir a Madrid? Claro replica una de las viejas , como que en la posada y el borrico se lo dejan todo. Y la otra, bajando la voz e inclinándose hacia mí, añade confidencialmente: Pero hacen muy mal el género; ponen en los bollos poco aceite y mucha clara, y al respective del azúcar, lo merman todo lo que pueden...
Y éste añade señalando a un compañero suyo , ¿tampoco sabes quién es? Tampoco. No sé quiénes sois; pero tal vez puedan informaros en el Juzgado municipal. Desde que estoy en el pueblo, numerosas personas se me han acercado para que les diga sus nombres. Al principio procuraba complacerlas y hacía esfuerzos inauditos a fin de recordar bien. Ahora ya no me canso.
Animoso sí..... y lo estoy aun..... pero sin embargo, sin embargo, conviene no llevar demasiada prisa..... En fin ya hablaremos, añade con expresion de quien desea que no le comprometan.
Palabra del Dia
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