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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Dende á poco salieron fuera y anduvieron en concilios de una á otra sobre lo que harían, sin resolverse en nada. Antonio de Avila fué á D. Juan de Castilla de parte de algunos Capitanes, diciendo que le habían estado esperando para que dijiese su parecer, para darle el cargo del gobierno de aquel fuerte. D. Juan le respondió que por no dejar la batería sola no había ido.
Gaspar de Avila, al contrario, también celebrado por Cervantes, hubo de vivir mucho, aunque sin adquirir por esto lugar importante entre los poetas dramáticos; poco más que medianas son, en efecto, las comedias que de él conocemos, á saber: El valeroso español, El respeto en el ausencia, La dicha por malos medios, Servir sin lisonja, El familiar sin demonio, improvisaciones ligeramente trazadas, sin valor intrínseco ni originalidad: el autor aumenta motivos vulgares dramáticos, de los cuales podían obtenerse otros frutos que él no produce; sólo se cuida de la forma externa de la acción, desatendiendo más elevadas consideraciones.
Una vez más volví a cruzar el Avila, buscando el mar por las laderas de las montañas, desiguales, abruptas, caprichosas en sus direcciones, con sus valles estrechos y profundos.
Sería de desear que todas las comedias de Avila agraden tanto como la otra suya, titulada Familiar sin demonio: sólo así podrán figurar dignamente al lado de ésta, y acertará si antes de comenzar á escribir coge en sus manos un tomo de las de Lope y le dice: ¡Ayúdame, Lope!
Y en dicho sentido, nada acertaría a escribir yo que ya no hubiesen escrito tantos teólogos y doctores católicos de España, Alemania, Francia, Italia y otras naciones, devotos todos de la admirable monja de Avila, y que, en diversas lenguas y en épocas distintas, elogiaron sus virtudes, contaron su vida y difundieron su inspirada enseñanza.
11 El trato muda costumbres, de D. Antonio Mendoza. 12 Con quien vengo, vengo, de D. Pedro Calderón. 1 No guardas tú tu secreto, de D. Pedro Calderón. 2 Juan Latino, de D. Diego Jiménez de Enciso. 3 Celos, amor y venganza, de Luis Vélez de Guevara. 4 La firme lealtad, de Diego de Solís. 5 La sentencia sin firma, de Gaspar de Ávila. 6 Fingir lo que puede ser, de D. Ramón Montero de Espinosa.
Para que sea más evidente la prueba, los monumentos más nobles y grandiosos, hasta son anteriores al descubrimiento de América, y por consiguiente, de Cuba; los muros ciclópeos y las ingentes torres y arcos triunfales de Avila; las catedrales, como las de Burgos y Toledo, y los alcázares, como el de Segovia. América no ha enriquecido, ha empobrecido y despoblado á España.
Ninguna utilidad producía al poeta la impresión de sus obras, puesto que perdía sus derechos de propiedad al venderla para el teatro, según consta claramente de los tomos VII y VIII de las comedias de Lope, á los cuales precede un privilegio en favor del librero Francisco de Ávila, para la impresión de 24 piezas que había comprado á los directores de teatro . Tal es, sin duda, la causa de que la mayor parte de los poetas españoles no se hayan cuidado de publicar sus obras dramáticas, juntamente con la opinión dominante en aquella época, de que los dramas se escribían para la escena, no para leerlos.
A pesar de su preñez, sometió su cuerpo a las más arduas penitencias, imitando, dentro de su casa, en lo que era posible, la nueva reforma del Carmelo. Cuando se acercaba el día del parto, don Íñigo resolvió cambiar de residencia y se trasladaron, para siempre, a Avila de los Santos.
7 Desde Toledo á Madrid, del maestro Tirso de Molina. 8 El amor puesto en razón, de D. Sebastián de Villaviciosa. 9 San Luis Bertrán, de D. Agustín Moreto. 10 La piedad en la justicia, de D. Guillén de Castro. 11 Resucitar con el agua, de D. José Ruiz, D. Jacinto Hurtado de Mendoza y Pedro Francisco Lanini Valencia. 12 Todo cabe en lo posible, de D. Fernando de Ávila.
Palabra del Dia
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