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Actualizado: 27 de abril de 2025
Sin embargo, el dia de hoy está impedido dicho rio de Santa Cruz con unos grandes bancos de arena, que se discurre amontonó en su embocadura la corriente de las mareas que es rapidísima; tanto que hace garrar las áncoras, y con la baja marea quedan descubiertos los bancos que cierran la entrada.
La licencia que dieron á los pobres patrones fué para acabarlos de echar á perder, porque allende de no pagarles lo servido, les tomaron las gumenas y áncoras y marineros, para darlos á los que iban á servir, y sobre todo esto, compuso muchos dellos el alguacil real de Joan Andrea, como hizo á otros en Mesina.
En cuyo cumplimiento envió el teniente Gordon sus carpinteros á tierra para deshacer el navío Pinguin, y embarcar en el Endeavour todo lo que pudiese aprovecharse de él, como las ancoras, cables, velas, y demas municiones y pertrechos; lo que se ejecutó hasta cargar el Endeavour, poniendo el resto en diferentes almacenes, y dejando varias láminas con la inscripcion siguiente.
Sin embargo, su rostro hubiera pasado por hermoso a no ser por la constante movilidad de sus pobladas cejas que se unían o se separaban, según la impresión del momento. Su traje no le distinguía en nada de un simple marinero; solamente llevaba dos áncoras de oro bordadas en el cuello de su grosera chaqueta, y un ancho puñal encorvado pendía de su cintura por un cordón de seda roja.
Eran las áncoras ó anclas muy largas de caña, los brazos delgados, las uñas triangulares, cepo muy grande, de madera con los cantos ochavados, zunchos de hierro, ó trincas de cabo. El argáneo circular, muy grande, forrado con meollar ó tejido de piola para que no se rozara el cable. Escalante consigna por regla que la nao de 100 toneladas llevaba anclas de 10 quintales y cables de otros 10.
Dos ancoras á una mano Vi yo alli en contrario zelo, Una de hierro en el suelo, Y otra de fe en el cristiano. Y la una á la otra asida, La de hierro se convierte En dar cruda y presta muerte, La de fe en dar larga vida.
Conténtate, Anselmo, y no quieras hacer más pruebas de las hechas; y, pues a pie enjuto has pasado el mar de las dificultades y sospechas que de las mujeres suelen y pueden tenerse, no quieras entrar de nuevo en el profundo piélago de nuevos inconvenientes, ni quieras hacer experiencia con otro piloto de la bondad y fortaleza del navío que el cielo te dio en suerte para que en él pasases la mar deste mundo, sino haz cuenta que estás ya en seguro puerto, y aférrate con las áncoras de la buena consideración, y déjate estar hasta que te vengan a pedir la deuda que no hay hidalguía humana que de pagarla se escuse.
Llevaba un holgado frac azul grotescamente cortado, un ancho pantalón de tela y un chaleco escarlata con botones de áncoras, y al que le faltaban por lo menos seis pulgadas para llegar a la cintura; finalmente, un inmenso cuello de camisa rígido y almidonado se levantaba amenazador por encima de las orejas de este personaje.
Palabra del Dia
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