United States or Honduras ? Vote for the TOP Country of the Week !


Tu esposo está contigo, ángel mío. ¡Madre mía! ¡mi buena madre! Dichosa joven, dormía. ¿No es, repito, un digno convento, el convento de Santa Magdalena? ...¡La muerte! CERVANTES, «Don Quijote». El levante es un viento del Este; cuando sopla, palidecen hasta los marinos más intrépidos.

En fin, todos los síntomas de la vision denotan la astenia, como se ve por el oscurecimiento de la vista, por las manchas en el campo de la vision; los objetos palidecen ó aparecen cubiertos de una tela de araña, de una nube; la vista es débil, se ven los objetos duplicados; este es el único síntoma de ambliopia, así como se consigna otro de miopia que es el de ser necesario aproximar los objetos para verlos distintamente.

, adiós, ángel mío, es preciso que nos separemos. ¿Ves? la noche ya es menos obscura, las estrellas palidecen y esa claridad rojiza nos anuncia la proximidad de la aurora. Adiós, pues, Rosita mía. Otro beso... uno solo... ¡el último! alma de mi vida. Y el sol doraba ya las altas torres del convento, cuando aun duraba este beso.

Se casó hace un año con Daniel; una boda por amor, muy a gusto, además, de ambas familias, que pertenecen al cogollito de nuestra «haut». El noviazgo fué un idilio ante el cual palidecen los deliquios de Romeo y Julieta. En los salones, fiestas y saraos no se separaban un instante.

Para aquellos seres es algo muy serio, su propia sangre, su tenue vida traducida en tintas, en reflejos, en resplandores cambiantes, que se animan ó palidecen, aspiran, espiran... Tened cuidado. No ahoguéis la almita flotante, muda, y que, á pesar de todo, os revela un mundo, demostrándoos su íntimo misterio en sus palpitantes colores.

Empezó á arrojarlo como una lluvia enloquecedora. Corrieron todas las mujercitas que palidecen y se crispan en torno de las mesas por la suerte de un luis único. Se empujaban, rodando sobre la alfombra, lastimándose mutuamente con las manos y los pies por alcanzar una gota de este maná áureo.

Recibe las piadosas ofrendas del pobre; acepta el fulgor de esas luces de aceite, que palidecen entre los torrentes de claridad divina que traes contigo, y presta oídos á los ruegos, á las recomendaciones y solicitudes hechas con limpio corazón. Tras él viene otro no menos grande.