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Pero ya se aplacará. Pues no faltaría más... Estaría bueno...». iii Una tarde, doña Lupe vio entrar a su sobrina tan desolada, que no pudo menos de írsele encima, llena de irascibilidad, no pudiendo sufrir ya que no le confiase sus penas, cualquiera que fuese la causa de ellas. «¿Te parece que estas son horas de venir?

Y esa misma Nadina Lubimoff golpeaba en su palacio á los criados como si aún fuesen siervos, hacía arrodillarse á sus pies á las doncellas en momentos de cólera, lo ponía todo en conmoción con su tempestuosa irascibilidad, hasta el punto de que cierto viejo príncipe que era su tutor por orden imperial deseaba verla casada cuanto antes, aunque con ello perdiese el manejo de una fortuna inmensa.

Este estado grave es precedido de ansiedad, de timidez, de irresolucion, aversion al trabajo, desesperacion, deseo de la muerte é irascibilidad á veces. Hay vértigos, atolondramiento; se observan dolores tensivos, congestivos, quemantes en la cabeza y otros puntos, con agravacion por la noche, por la tarde, al aire libre y por el frio.

En seguida vinieron las partidas de los naipes con la mala suerte tradicional de la tía Kimble para hacer parejas; después la irascibilidad del tío Kimble a propósito del «trick» en el «whist». Cuando no estaba de su parte, no se lo explicaba sin hacer una inspección general de todas las bazas para asegurarse de que habían sido hechas de acuerdo con los verdaderos principios.

La brionia produce efectos análogos en el moral; está en armonía con la irritabilidad de la fibra; hay aumento de actividad moral é intelectual, hasta la irascibilidad y el delirio, hasta los pesares desesperados, y aun hasta el abatimiento, como término de la irritabilidad exagerada.

Sir Roberto, asombrado, creyendo encontrar un nuevo modelo de hombre clástico que colocar en el British Museum, quiso aplicar al hallazgo su método experimental, y recibió, en cambio, un espontáneo abanicazo que, en la irascibilidad de sus nervios excitada, le sacudió el tío Frasquito con su abanico de mandarín en lo alto de la cabeza.

Entró en la casa, subió y halló á Salomé en extremo impaciente, mientras María de la Paz se hallaba en un estado de irascibilidad terrible. Ha tardado usted más de una hora: ¿dónde ha ido usted? exclamó mirando al joven con recelo. Señora ... señora ... dijo Lázaro balbuciente, no he podido ... Se ha agolpado la gente en la calle ... y me he encontrado entre la multitud sin poder volver.