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11 Y él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si cayere ésta en una fosa en sábado, no le eche mano, y la levante? 12 Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Así que, lícito es en los sábados hacer bien. 13 Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. 14 Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra él para destruirle.

Todas las cuestiones que se susciten sobre este punto no harán vacilar la profunda conviccion de que al rededor de nosotros existe lo que llamamos mundo corpóreo: esta conviccion es un fenómeno de nuestra existencia, que no acertaremos quizás á explicar, pero destruirle nos es imposible: estamos sometidos á él como á una necesidad indeclinable. ¿En qué se funda esta certeza?

Consignemos pues el hecho, y no caigamos en la extravagancia de afirmar que en el umbral del templo de la filosofía está sentada la locura. Al examinar su objeto, debe la filosofía analizarle, mas no destruirle; que si esto hace se destruye á propia. Todo raciocinio ha de tener un punto de apoyo, y este punto no puede ser sino un hecho.

Fué surgiendo de esta bruma mental la larga escalera de su memoria, con un último peldaño negro y rojo: el bloque de emociones que representaba el día anterior. ¡Y él había dormido tranquilamente rodeado de enemigos, sometido á una fuerza arbitraria que podía destruirle en uno de sus caprichos!... Al entrar en la cocina, su conserje le dió noticias. Los alemanes se iban.

Todos habremos experimentado por nosotros mismos esta verdad: cien y cien veces habremos oido explicar la fisonomía de una persona; á nuestro modo nos hemos formado en la imaginacion una figura en la cual hemos procurado reunir las cualidades oidas; pues bien, cuando se presenta la persona, encontramos tanta diferencia que nos es preciso retocar mucho el trabajo, si no destruirle totalmente.

Si el discurso racional no llega al ápice de la mente, Dios le adorna y reviste de prendas sobrenaturales; en vez de destruirle, le da la fe, para que viva y entienda.

Vago siempre tu Pueblo y fugitivo, aunque en vano, del Dios verdadero desterrado de la tierra como otro Caín pavoroso, todo lo anda y en ninguna parte se sosiega, después que arrancado de su Patria, paga la pena de su ceguedad temeraria y manchado con la sangre de aquel Divino Cordero, que quiso más ver morir, que abrazarle por tu Mesías, escucha en todas partes las voces de su delito, que le tiene en tantos siglos, sin Ley, sin Rey, sin Templo, sin Sacrificio y sin Dios: cumpliéndose en él lo que tanto antes había profetizado David, que había de destruirle Dios hasta el fin del mundo, cuando los méritos de Cristo, le reducirá a su Fe y adorando un mismo Pastor, seremos un solo rebaño.