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Allí abajo, sin embargo, estaba la lagartija. Giró nuevamente alrededor, resopló en un intersticio, y, para honor de la raza, rascó un instante el bloque ardiente. Hecho lo cual regresó con paso perezoso, que no impedía un sistemático olfateo a ambos lados.

Las mujeres admiraban la pequeñez de sus pies montados en altos tacones y el brillo de la abultada masa de sus cabellos, echada atrás y tan unida como un bloque de laca. Esta «águila» bailarina, que se hacía mantener por sus parejas, según murmuraban los envidiosos de su gloria, se vió aceptada por la mujer de Torrebianca, y los dos empezaron á danzar.

En medio del grupo presenta Clarín la figura culminante de su obra: el Magistral don Fermín de Pas, personalidad grande y compleja, tan humana por el lado de sus méritos físicos, como por el de sus flaquezas morales, que no son flojas, bloque arrancado de la realidad.

El pueblo posee las verdades grandes y en bloque, y a él acude la civilización conforme se le van gastando las menudas, de que vive. De repente Fortunata vaciló en su ánimo. Parecía una fuerza nerviosa que caía en brusca sedación. La otra, en cambio, se creció de repente por una sacudida de su conciencia. «Ya no más, no más mentira. No puedo, no puedo...».

De él salen las grandes ideas y las grandes bellezas. Viene luego la inteligencia, el arte, la mano de obra, saca el bloque, lo talla»... Pues chico, ahí la tienes bien labrada... ¡Qué líneas tan primorosas!... Por supuesto, hablando, de fijo que mete la pata. Yo me acercaba con disimulo. Comprendí que me había conocido y que mis miradas la cohibían... ¡Pobrecilla!

Y daba con los nudillos en el muro de acero, sordo, durísimo, semejante a un bloque inmenso, tras el cual era difícil imaginarse la más leve oquedad. El extremo del árbol, que en sus incesantes vueltas se perdía al final del túnel, les inspiraba no menos admiración. Ni un ruido, ni el más leve roce.

Por primera vez Argensola aprobó con los ojos y el gesto las palabras de Hartrott. Exacto lo que decía: el mundo era víctima de la «superstición alemana». Una cobardía intelectual, el miedo al fuerte, hacía admirar todo lo de procedencia germánica, sin discernimiento alguno, en bloque, por la intensidad del brillo: el oro revuelto con el talco.

Era Chichí, que parecía sentir una devoción ardiente. Ya no animaba la casa con su alegría ruidosa y varonil; ya no amenazaba á los enemigos con puñaladas imaginarias. Estaba pálida, triste, con los ojos aureolados de azul. Inclinaba la cabeza como si gravitase al otro lado de su frente un bloque de pensamientos graves, completamente nuevos.

Pero a los diez minutos de bajar a tierra, estaba ya borracho, con nueva contrata, y se encaminaba tambaleando a comprar extractos. Ahora bien, no podía ser sino allí. Yaguaí olfateó la piedra un sólido bloque de mineral de hierro y dió una cautelosa vuelta en torno. Bajo el sol a mediodía de Misiones, el aire vibraba sobre el negro peñasco, fenómeno éste que no seducía al fox-terrier.

Nos afanamos por apoderarnos de prisa, de prisa, trozo a trozo, del gran bloque del tiempo venidero, y estamos en la situación de un avaro que no hiciese sino guardar onzas de oro en un arca, y que cada onza se le desvaneciese sin llegar al fondo. Fíjese usted en la impropiedad del lenguaje, en lo que respecta al tiempo y a la edad de los hombres.