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Por el Sr. D. Floro de Zamudio, se dijo: Que se conformaba en todo con el voto del Sr. D. Cornelio Saavedra, debiendo tenerlo decisivo el Sr. Síndico Procurador. Por el Sr. D. Manuel Antonio Barquin, se dijo: Que, como vecino de Buenos Aires, su Exmo. Cabildo se sometió á la suprema autoridad, en cuyo caso votaba á favor del Sr. Virey el Exmo. Sr. D. Baltazar Hidalgo de Cisneros. Por el Sr.

Respondió Barquín: «Luego debemos admitir que la aristocracia moderna es la del dinero....» Dijo la duquesa: «Me cisco en esa aristocraciaAsí dijo. Y prosiguió: «Toda esta aristocracia de ricos se compone de negreros, de aprovisionadores de ejército, de prestamistas con pacto de retro, de desamortizadores; en una palabra: ladrones. No es que me escandalice.

Por la zapatería caían de visita, periódicamente, Pedro Barquín, el cura Chapaprieta, el magistrado don Hermenegildo Asiniego, y otros claros varones de la urbe. El señor Novillo acudía a diario al establecimiento y se dilataba allí varias horas, gran parte del tiempo en el umbral, mirando con disimulo, rendimiento y rubor al balcón florido y pajarero de Felicita Quemada.

Dr. D. Manuel Obligado, vecino y del comercio; el Sr. Dr. D. Mariano Moreno, Abogado y Relator interino de esta Real Audiencia; el Sr. D. Nicolas del Campo, Contador de cuadrantes; el Sr D. José Agustin Aguirre, de este comercio; el Sr. D. Andres de Lezica, idem; el Sr. D. Manuel Barquin, de este vecindario; el Sr. D. Pedro Baliño, de este vecindario y comercio; el Sr. D. Domingo Lopez; el Sr.

Ante mis ojos estupefactos, don Hermenegildo se puso en cuatro patas. Entonces, Pedro Barquín, colono de la duquesa, hombre tosco y de aspecto soez, se colocó detrás del viejo magistrado, e introduciéndole el pie por la entrepierna, lo levantó en vilo y lo lanzó a regular distancia.

Gestionaba un título del reino, y por o por no se lo daban, y para ganar tiempo, otro del Vaticano, negocio más hacedero. En resolución, que los Neira querían hombrearse con los Somavia. Al oír la duquesa al señor Chapaprieta, comentó: «El Papa no puede hacer nobles.» «Claro que no dijo Barquín ; el Papa sólo puede hacer santos.

Los nobles los hace el reyLa duquesa replicó: «Barquín, eres un necio; ni el Papa puede hacer santos, ni el rey nobles. Santos y nobles se hacen ellos a propios. Lo que hacen el Papa y el rey es reconocerlos como santos y como nobles. Ni el Papa me puede hacer a santa, ni el rey noble a ti, aunque a me canonicen y a ti te otorguen un título de la Corona.

Concluído el número acrobático, Pedro Barquín, que era especialista en chascarrillos, refirió algunos, nada aseados ni inocentes por cierto.