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Hélo aquí: El ramo principal de la riqueza de Tayabas es el arroz; desde las hambres que hubo á consecuencia de la langosta que asoló las islas, los individuos de Tayabas, sin que nadie los dirigiese, mas que la necesidad, hicieron los tubiganes ó sementeras de regadío, abriendo cuantas tierras son susceptibles de este beneficio, con un trabajo inmenso, que asombra á cuantos lo ven, á fin de coger dos cosechas en diferentes estaciones.

6 Y él andaba entre los leones; se hizo leoncillo, aprendió a hacer presa, devoró hombres. 7 Y conoció sus viudas, y asoló sus ciudades; y la tierra fue asolada, y su abundancia, a la voz de su bramido. 8 Y dieron sobre él los gentiles de las provincias de su alrededor, y extendieron sobre él su red; fue preso en su hoyo.

6 Porque gente subió a mi tierra, fuerte y sin número; sus dientes, dientes de león, y sus muelas, de león. 7 Asoló mi vid, y descortezó mi higuera; del todo la desnudó y derribó; sus ramas quedaron blancas. 8 Llora como joven vestida de cilicio por el marido de su juventud. 9 Pereció el presente y la libación de la Casa del SE

15 Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho. 16 Y sea el tal hombre como las ciudades que asoló el SE

13 Y se avergonzará Moab de Quemos, a la manera que la Casa de Israel se avergonzó de Betel, su confianza. 14 ¿Cómo diréis: Somos valientes, y robustos hombres para la guerra? 15 Destruido fue Moab, y sus ciudades asoló, y sus jóvenes escogidos descendieron al degolladero, dijo el Rey, el SE

17 Que puso el mundo como un desierto? ¿Que asoló sus ciudades? ¿Que a sus presos nunca abrió la cárcel? 18 Todos los reyes de los gentiles, todos ellos yacen con honra cada uno en su casa. No será para siempre la simiente de los malignos. 21 Aparejad sus hijos para el matadero por la maldad de sus padres; no se levanten, ni posean la tierra, ni llenen la faz del mundo de ciudades.

Esta decadencia, que no podía atribuirse a los estragos de la guerra, que nunca asoló aquella provincia, era efecto inmediato de los vicios, o más bien de la incompatibilidad del nuevo régimen que se estableció en los pueblos de Misiones con el genio desidioso y apático de sus habitantes.

A lomo de unas cuantas mulas traes contigo un tesoro de despojos; oculta en bolsa de cuero, bajo el sayo y pegada a tu carne, llevas gran cantidad de piedras preciosas, de tal valor algunas que podrías, vendiéndolas, adquirir con su precio la mitad de Castilla, o restaurar en todo su esplendor a Medina del Campo, que el ejército fiel a nuestro monarca Carlos de Gante, robó y asoló casi en los mismos días en que nos escapamos nosotros del convento en busca de aventuras.

La alegría del Rey con esta nueva no tuvo límites, y como todo le sale bien al que está alegre, él triunfó de sus enemigos en la guerra, mató por su propia mano a tres o cuatro reyes que le habían hecho no sabemos qué mala pasada, asoló ciudades, hizo cautivos, y volvió cargado de botín y de gloria a la hermosa capital de su monarquía.