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Actualizado: 6 de octubre de 2025


Quedose, pues, mi madre casada y enamorada, y si no con el dolor de viuda, con las angustias de ausente; que las mujeres que bien aman, aunque yo de amores no entienda, tengo para que han de recelar y temer por todas partes una mudanza o un peligro que les roben su esposo, y a verle no vuelvan. Pasaba el tiempo, y mi padre no volvía.

Aplíquese el cuento y conste que si la guerra civil cubana, cuya terminación fervorosamente deseamos, hubiese de terminar aplaudiendo nosotros muchos versos de por allí, un involuntario é indomable espíritu crítico nos forzaría á exclamar: que nos vuelvan al calabozo; que siga la guerra; signa canant, suenen las trompetas, como dijo Augusto á Fulvia cuando le amenazó con la guerra civil, si amorosamente no se le rendía.

El príncipe, como si adivinase sus pensamientos, añadió: Todo eso ha terminado: no si por muchos años ó para siempre... Y aunque vuelvan á ser las cosas algún día como fueron antes de la guerra, ¡cuánto tendremos que esperar!... Tal vez muera yo antes... Por eso voy á hacer una proposición. Se detuvo un momento, apreciando la curiosidad en los ojos de sus oyentes.

Queda el otro Belarmino: el dulce, el idiota, el maniático. ¿Que no va a misa? ¿Qué falta hacen los niños en misa? ¿Y no teme usted, Padre Alesón, que le vuelvan los ramalazos?

Y cuando ya mi tumba, de todos olvidada, no tenga cruz ni piedra que marquen su lugar, deja que la are el hombre, la esparza con la azada, y mis cenizas, antes que vuelvan a la nada, el polvo de tu alfombra que vayan a formar. Entonces nada importa me pongas en olvido. Tu atmósfera, tu espacio, tus valles cruzaré.

, y la ha cumplido usted como ningún otro hombre hubiera podido hacerlo. Cuando vuelvan a verme habré dejado crecer mi barba, sin contar que estaré desfigurado por mi enfermedad. Nadie se sorprenderá de que el Rey parezca tan cambiado. Pero fuera de eso, procuraré que no noten en ningún otro cambio. Usted me ha enseñado a ser Rey.

2 Echa mano al escudo y al pavés, y levántate en mi ayuda. 3 Saca la lanza, cierra contra mis perseguidores; di a mi alma: Yo soy tu salud. 4 Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi alma; vuelvan atrás, y sean avergonzados los que mi mal piensan. 5 Sean como el tamo delante del viento; y el ángel del SE

Vuelvan vuestras mercedes los ojos a aquella torre que allí parece, que se presupone que es una de las torres del alcázar de Zaragoza, que ahora llaman la Aljafería; y aquella dama que en aquel balcón parece, vestida a lo moro, es la sin par Melisendra, que desde allí muchas veces se ponía a mirar el camino de Francia, y, puesta la imaginación en París y en su esposo, se consolaba en su cautiverio.

Ansi que, mi dulce amor, Despide ese pensamiento, Que yo no quiero sustento Ganado con tu sudor. Que aunque puedas alargar Mi muerte por algun dia, Esta hambre que porfia, En fin nos ha de acabar. En vano trabajas, Lira, De impidirme este camino, Do mi voluntad y signo Allá me convida y tira. Tu rogarás entretanto A los Dioses, que me vuelvan Con despojos que resuelvan Tu miseria y mi quebranto.

No era de los que pescan milagrosamente un acta en el oleaje de la política y no repiten la suerte, quedando adheridos por toda la vida a los divanes del salón de Conferencias, tristes, con la nostalgia de la perdida grandeza, siendo los primeros todas las tardes a entrar en el Congreso para conservar su carácter de exdiputados, deseando con vehemencia que vuelvan los suyos para sentarse otra vez allá dentro en los escaños rojos.

Palabra del Dia

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