United States or Armenia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Capa, espada, linterna, escala, un buen criado, en las comedias antiguas les llaman lacayos, el bolsillo bien repleto de doblas... y a perseguir tapadas. ¡Famosa debía de estar la corte! Libertad no habría; pero en cuanto a divertirse, cada oveja con su pareja..., mejor que ahora. Ellas siempre encerradas como monjas; así que cuando podían salir o meterle a uno en casa, se volvían locas.

El carruaje, a todo correr de sus dos caballos, rozaba y dejaba atrás una fila de payeses que volvían de la ciudad por el borde del camino.

El astil era tan pesado, que casi la llevaba arrastrando, y sin falta me prestaba la cualidad de invisible, puesto que encontrándome con varios conocidos y amigos que volvían de su paseo, ninguno hizo reparo en mi persona.

Al parecer, aquellos salvajes habían abandonado por el momento la idea de apoderarse del junco, en vista de la inutilidad de sus tentativas para atravesar el ancho espacio de agua que los separaba de la playa. Habían perdido casi todos sus bomerangs, los cuales no volvían a sus manos por no encontrar un buen punto de apoyo en el agua.

Ya ves, Leto le decía muy regocijado su padre, y por lo bajo para que no se enteraran de la conversación las gentes que volvían de la Glorieta , cómo el león no es tan fiero como le pintan. Muchas veces nos alucinamos... eso es... nos ofuscamos, por ver y juzgar de lejos las cosas. Y a ti, ¡caray! te ha pasado mucho de eso.

12 Pero sucedió, que cuando vinieron los judíos que habitaban entre ellos, nos dieron aviso diez veces de todos los lugares de donde volvían a nosotros. 13 Entonces puse por los bajos del lugar, detrás del muro, en las alturas de los peñascos, puse el pueblo por familias con sus espadas, con sus lanzas, y con sus arcos.

Tenían la lengua entre los labios, los ojos estúpidos, y volvían la cabeza con la boca abierta. El patio era de tierra, cerrado al oeste por un cerco de ladrillos. El banco quedaba paralelo a él, a cinco metros, y allí se mantenían inmóviles, fijos los ojos en los ladrillos. Como el sol se ocultaba tras el cerco, al declinar los idiotas tenían fiesta.

Las vacas movían el baboso hocico, sin ninguna inquietud, al ver el tren y volvían de nuevo á rumiar con la cabeza baja sobre el verde del prado. Grupos de mujeres lavaban sus guiñapos casi tendidas al borde de arroyos de líquido rojo, como si fuese sangre. Era el eterno color del agua en los alrededores de Bilbao: los lavados del mineral enrojecían hasta la corriente del Nervión.

Para los campesinos de antaño, el mundo, más allá del horizonte de su experiencia personal, era una región vaga y misteriosa. Para su pensamiento, que se había quedado estacionario, una vida nómada era una concepción tan obscura como la existencia, durante el invierno, de las golondrinas que volvían en primavera.

A una voz de don Pío y terminadas las evoluciones, los planetas se dispersaban y volvían a ocupar sus bancas terminándose la lección de astronomía práctica. Pero donde don Pío era famoso, era en la descripción de las batallas del curso de historia.