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Actualizado: 24 de junio de 2025
9 Y visteis las roturas de la ciudad de David, que se multiplicaron; y recogisteis las aguas de la pesquera de abajo. 10 Y contasteis las casas de Jerusalén; y derribasteis casas para fortificar el muro. 11 E hicisteis foso entre los dos muros con las aguas de la pesquera vieja; y no tuvisteis respeto al que lo hizo, ni mirasteis desde la antiguedad al que lo labró.
Pocos años há vísteis repentinamente invadidas las hermosas orillas del Guadalquivir por las formidables hordas de los Normandos, que sedientos de sangre y de botin, de incendio y destruccion, asestaron contra la opulenta Sevilla las proas de sus terribles dragones , asolaron la tierra de Sidonia y maltrataron la costa de Niebla. ¡Aquella sí que fué tribulacion grande!
En primer lugar, os dije que fuéseis á visitar á cierta dama de quien se vale el duque Uceda para pervertir, á pesar de sus pocos años, al príncipe don Felipe. Sí; sí, señor, doña Ana de Acuña. Os dí una gargantilla de perlas para ella. Sí, señor, y la gargantilla está en poder de esa dama. ¡Ah! ¿la habéis visto? Sí, señor. ¿Y cuándo la vísteis?
Si no os doy La joya, don Juan, no crea Vuestro pecho liberal Obligarme con dinero; Que, pues de vos no lo quiero, 2325 Bien creeréis que me está mal. ¡Oh, qué habréis imaginado De cosas, después que visteis La joya! Aunque no tuvisteis Culpa de haberlas pensado, 2330 Pues yo os he dado ocasión.
Paseándose un dia junto á un bosquecillo, vió venir corriendo un eunuco de la reyna, acompañado de varios empleados de palacio: todos parecian llenos de zozobra, y corrian á todas partes como locos que andan buscando lo mas precioso que han perdido. Mancebo, le dixo el principal eunuco, ¿vísteis al perro de la reyna? Respondióle Zadig con modestia: Es perra que no perro.
Durante aquellos años malditos en que me visteis descender paso á paso hasta el fango del arroyo, mi inteligencia y mi corazón estaban atrofiados. Vivía como un bruto y los destellos de razón que se manifestaban todavía en mí, no servían más que para satisfacer mis vicios.
Decidme: ¿qué efecto os causó doña Clara Soldevilla la primera vez que la vísteis? No lo sé. ¡Pero experimentaríais algo al verla! Un deslumbramiento, una ofuscación, un no sé qué... luego... luego la casualidad me puso junto á ella... y mi alma entera fué suya... no, mi alma entera, no... ha quedado en ella un lugar para vos... No, no sois franco... ¿os inspiró deseo doña Clara? No.
Cuando se me ocurrió tener una casa mía, amueblada á mi gusto, ostentosamente, como la de un grande de España, con bodega y despensa provistas de los mejores vinos y de los mejores manjares del mundo, os vísteis apurado. Os juro que no.
Entonces la Dorotea, poniéndose muy colorada, me dijo : El hombre que yo quiero que no quiera á ninguna mujer más que á mí es don Rodrigo Calderón . Necesito saber cómo habéis conocido á don Rodrigo Calderón, la dije. ¿Necesario de todo punto? Ya lo creo; y si fuera posible hasta el día y la hora en que le vísteis por primera vez. ¿Y si no lo digo no me daréis el bebedizo?
Palabra del Dia
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