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Quisiera la muerte de todos ellos, ¡de todos!... ¡El mal que han hecho en mi vida!... Quisiera ser inmensamente hermosa, la mujer más hermosa de la tierra y poseer el talento de todos los sabios concentrado en mi cerebro, y ser rica, y ser reina, para que todos los hombres del mundo, locos de deseo, vinieran á postrarse ante ... Y yo levantaría mis pies con tacones de hierro, é iría aplastando cabezas... así... ¡así!...

Según ella todos los pueblos y tribus del Nuevo Mundo habían degenerado y se habían depravado hasta tal punto, que jamás ellos solos hubieran podido salir del tenebroso abismo en que se habían sumido. Fue menester que vinieran los españoles y que para sacarlos de él les tendiesen la mano. Aunque tarde, llegaron a tiempo.

Con mil angustias y rodeos, y sin saber él mismo lo que se decía, comenzó su triste tarea, viniendo a decirle al cabo que su hijo estaba enfermo en Madrid y muy grave. La pobre mujer saltó de la silla blanca cual un papel, extrañada y casi irritada como si fuese aquello una broma horrible que vinieran a darle. ¡Imposible! gritó . ¡Si me escribió ayer! ¡Si tengo yo aquí la carta!...

Durante largas horas, ociosa, lo acariciaba entre sus dedos, soñando, con los ojos abismados. Y una sugestión impalpable, profunda, le traía el vestigio inmaterial de voluptuosos apasionamientos y la palpitación remota de aquella pobre alma, visitada por seres angélicos, que vinieran para ofrecerle una inefable consolación.

Un hombre avariento pasaría allí el tormento de Tántalo; yo no pasé tormento alguno, sin embargo de que ... la verdad, algunos deseillos me andaban escociendo por dentro. Siempre que vinieran por buen camino, de buena gana daría un pellizco á esos provocativos montones. Y eso que aborrezco, ó me hago la ilusion de aborrecer el precioso metal.

Cuando vinieran a darse las dos corridas, ya se habrían comido el producto de ellas. El espada mostrábase igualmente malhumorado en la soledad de su hotel, pero no a causa del tiempo, sino de su mala suerte. Había toreado la primera corrida en Madrid con resultado deplorable. El público era otro para él.

Berenguer de Rocafort con los turcos y turcoples, y la mayor parte de los Almugavares saliese un dia antes qué Berenguer, y Fernan Jimenez, y que siempre se guardase este orden en el camino siguiendo siempre Berenguer á Rocafort una jornada lejos, y esto se hizo por quitar las ocasiones que pudiera haber de disgusto, si los dos bandos juntos se alojáran, donde forzosamente sobre el tomar los puestos vinieran á las manos.

Después se fijó en el puente; en su puerta ojival, resto de las antiguas fortificaciones; en los pretiles de piedra amarillenta y roída como si por las noches vinieran a devorarla todas las ratas del río, y en los dos casilicios que guardaban unas imágenes mutiladas y cubiertas de polvo.

Y apartándose un buen trecho, púsose a garrapatear con ardor febril en su cartera, no sin que todas las damas y muchos caballeros vinieran a hacérsele presentes, mendigando una mención honorífica en aquella crónica que había de ser al otro día la great attraction de la corte. La apoteosis de Currita prometía ser ruidosísima, y preciso era figurar en ella, aunque sólo fuera de comparsa.

Quédese todo ello para pintado al natural cuando nos veamos, y conténtate con saber ahora que cuando me vi enredada entre tanta visita y con la obligación de pagarlas una a una, y hasta con ciertas amenazas sordas de festivales solemnes y de reuniones particulares, me espanté como si toda la mar y toda la villa, hecha escombros, se me vinieran encima.