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Actualizado: 7 de julio de 2025


Fué de allí á casa del tercero y quarto sacerdote, llevándose de cada uno su firma, y citándolos de estrella á estrella. Avisó entónces á los jueces que vinieran á su casa para un asunto de la mayor gravedad. Fuéron en efecto, y ella les enseñó las quatro firmas, y les dió parte del precio á que habian vendido los sacerdotes el perdon de Zadig.

El encuentro fué, ciertamente, desgraciado, pues apenas se vieron los rivales, enzarzáronse de palabras, tirando de las espadas, y, con gran cólera, se arremetieron briosamente; mas como quiera que los Esquiveles eran varios, y en auxilio de ellos vinieran algunos criados, vióse el caballero, que estaba solo, obligado á huir, arrojando el acero.

El Libertador, en una de sus visitas al Salto, encontrándose con numerosa comitiva, precisamente frente a frente del punto en que nos hallábamos, del lado opuesto del torrente, oyó que uno de los circunstantes decía: «¿Dónde iría, general, si vinieran los españoles?» ¡Aquí! dijo Bolívar, y antes de que pudieran detenerlo, ni aun lanzar un grito, dio un salto y quedó de pie, a pico sobre el abismo, sobre una piedra de dos metros cuadrados, por cuyo costado pasaba, vertiginoso y fascinante, el enorme caudal de agua que, medio segundo después, cae al vacío.

La de los Pavos temía que entre ella y su sobrina quedase aquella relación, aquel cable telegráfico, por donde vinieran a comunicarse la honradez más pura y la inmoralidad. Conservar el dinero era sostener una especie de parentesco... ¡Oh!, no, esto parecía como transacción con la afrenta. Pero al propio tiempo, entregar los santos cuartos a su dueña era lo mismo que tirarlos a la calle.

Eran, por sus distintas facultades y por el grado en que las poseían, la personificación de las tres potencias más enérgicas y eficaces de la vida: el valor, que nada teme; el trabajo, que de todo triunfa, y el ingenio, que allana cuanto intenta. Al enterarse, cada uno de ellos de que también amaban los otros a Fortuna, faltó poco para que vinieran todos a las manos.

Que vinieran allí todas las naciones del mundo a admirar a toreros como aquél y a morirse de envidia. Tendrán barcos... tendrán dinero... pero ¡todo mentira! Ni tienen toros ni mozos como éste, que le arrastran de valiente que es... ¡Olé mi niño! ¡Viva mi tierra!

Le digo a usted que los coches no cabían en la calle; y del ruido que metían entendí que el padimento se polvatizaba. »Como mi marido es tan vistoso en las Cortes, y de los que más figuran, vinieron horror de diputados con sus familias; y estuvo en un tris que no vinieran dos ministros, íntimos amigos de Simón. Pero otro día vendrán, si Dios quiere; que estas funciones han de repetirse.

Y Quilito, loco, sin sombrero, iba delante. ¡Imbécil! ¿quién le daba al otro velas en su entierro? se había de matar, aunque vinieran a impedírselo todos los filósofos de la tierra.

Este acto de violencia, cuando lo que hacía falta era maña y dulzura, les llevó a los tres a la cárcel de Villa, donde habrían estado todo el tiempo que exige una buena y voluminosa causa de mil folios, si no vinieran en auxilio de Navarro las tramas que hemos mencionado, en auxilio del fraile el fuero eclesiástico, y del capitán la muerte, que se le llevó a los seis meses de encierro.

Pues yo digo que todos estos torneos y melindres son pura niñería, gruñó Tristán de Horla. ¡Por la cruz de Gestas! No sino dejad que me vinieran á con lancitas y puyazos.... ¿Pues cómo combatirías , Tristán? preguntaron algunos. Varios modos hay de hacerlo, replicó el gigante reflexionando; pero me parece que yo empezaría por romper mi espada. Eso es lo que todos procuran hacer. ¡Ah, no!

Palabra del Dia

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