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Actualizado: 29 de junio de 2025


Es de esa raza vigorosa y altiva que han salido tantos valientes, de los vencedores en Tenerife y Barbacoas, en la época de la independencia, y mas tarde tan temibles combatientes en las desgraciadas contiendas civiles del Magdalena.

La plebe entonces, como desbordado torrente que rompe el dique que le retiene y en violentas oleadas lo inunda todo, se precipitó por la puerta y llenó en un instante el parque que se extendía en torno del alcázar dentro del recinto murado. El rey, según hemos dicho ya, tuvo que replegarse y encerrarse de nuevo en el alcázar después de su vigorosa salida.

Este personaje poético, tan indispensable para excitar el interés, se reproduce en todas las obras de nuestro poeta, é influye poderosamente en dar á las mismas una vida interior vigorosa, que concentra la atención y la ansiedad de los espectadores en las diversas agrupaciones y masas de colorido de la acción.

Ya no era la pálida y desencajada Magdalena quien decía esas palabras, sino una joven vigorosa, radiante de belleza, cuyos ojos lanzaban rayos de fuego y en cuya frente brillaba el esplendor de la vida.

El cura de Boán no quiso más garrote que el suyo, que era formidable; Ramón Limioso, fiel a su desdén de la grey villana, asió el látigo más delgado, un latiguillo de montar. El Tuerto empuñó una especie de tralla, que, manejada por diestra vigorosa, debía ser de terrible efecto.

Debía confiarse a potencias más fuertes; debía implorar el auxilio de una protección más vigorosa.

Hervieu no comprende las vehemencias alucinantes de Balzac ó de Flaubert, ni la fiebre creadora de Daudet: él empieza á escribir poco á poco, merced á un gran esfuerzo voluntario y sin gozar el flujo impulsivo de la verdadera inspiración: sus ideas van presentándose lentamente y como á remolque, alineándose entre los renglones de una escritura vigorosa y apretada, donde las íes jamás dejan de tener su punto correspondiente. «Mientras trabajo dice, guardo conciencia de mi esclavitud, soy como el viajero que espera, bajo las tinieblas del túnel, ver lucir de nuevo la claridad del día

Esto sería un arduo problema de metafísica muy difícil de resolver. El maestro no pudo menos de observar, a pesar de esas incongruencias morales, el trabajo de una percepción rápida y vigorosa, propia de una inteligencia sana. Melisa no conocía ni el titubear ni las dudas de la niñez. Las contestaciones en clase estaban ligeramente impregnadas de insólita audacia.

Nuestro poeta, por su organización vigorosa y cultivada, pudo resistir esa terrible dolencia que un médico escritor llama con gran propiedad «la enfermedad del ensueño». Era un sublime apasionado, un nervioso, uno de esos divinos semilocos necesarios para el progreso humano, lamentables cristos del arte, que por amor al eterno ideal tienen su calle de la amargura, sus espinas y su cruz.

Dimmesdale con voz dulce y trémula, aunque vigorosa, que resonó en todos los ámbitos del vestíbulo; hay verdad en lo que Ester dice, y en los sentimientos que la inspiran. Dios le ha dado la niña, y al mismo tiempo un conocimiento instintivo de la naturaleza y las necesidades de ese tierno sér, que parecen muy peculiares, conocimiento que ningún otro mortal puede poseer.

Palabra del Dia

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