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Actualizado: 2 de julio de 2025
Vamos, a ver ¿por qué no ha venido usted ayer en todo el día? Mira que si yo quisiera... apenas tenía horas libres para... Hija no he podido. No ¿eh? ¡Un día entero! ¿Qué has tenido que hacer? Muchas cosas. Pues todo me lo has de contar para que te perdone... hora por hora... minuto por minuto.
La señora Lucy Mers ha venido en limosina con su amiga y directora de riqueza, la condesa Rabat, a visitar la instalación modelo de la señora Maschine, en la calle de Castiglione. Hace cuatro años, la señora Lucy estaba encargada de la sección de niños en las Galerías Roosevelt.
A la mitad del almuerzo, ya nos había contado quién era, adonde iba, porqué había venido, quién era su padre, su abuelo y hasta un primito á cuyo solo nombre, largó un bufido muy pronunciado un respetable y obeso señor que estaba sentado á su lado, y que á grandes rodeos pues en esto, era lo único en que enmudecía Bertita supimos era su esposo.
Véngase aquí, don Rufo, véngase aquí gritaba uno que estaba más adelante. ¿Eres tú, Cipriano? Y empujando y tropezando, llegaba el recién venido a colocarse. Alguno más práctico encendía una cerilla, pero al instante salían voces de la cazuela: ¡Eh! ¡eh! ¡Cuidado con las narices, don Juan! Cuando va por las noches a casa de la Peonza, el diablo que cerilla enciende.
Y siempre con la santa casa. Así se lo dijo, y siempre con voz muy alta. El joven le contestó muy quedo: Señora, he tenido que hacer.... Pero ella no le dejó concluir, y dando gritos exclamó: No alce usted la voz, caballerito. ¿A qué grita usted de ese modo? Está mi sobrina muy mala, y viene usted á incomodarla. Si no ha venido aquí más que para incomodar....
El señor deán de la catedral de..., muerto pocos años ha, dejó entre sus papeles un legajo, que, rodando de unas manos en otras, ha venido a dar en las mías, sin que, por extraña fortuna, se haya perdido uno solo de los documentos de que constaba.
Me estáis desesperando: vos conocéis á esa dama. Vos me estáis guardando un secreto. No es mío. De la reina. ¡Ah! ¡no! ¡no! Escuchad, Juan: yo tengo una obligación mayor de la que creéis de mirar por vos, de guardaros... ¡Vos! Sí, yo; es más: por vos he venido á Madrid; por vos necesito ver á vuestro tío. No os entiendo. Pues bien podéis entenderme. ¿No somos amigos? Sí, ciertamente.
Los dos, estrechándose las manos, se alejaron por el claustro. ¿Cuándo has venido...? Pero ¿en dónde has estado...? ¿Qué vida es la tuya? ¿A qué vienes? El Vara de palo expresaba su sorpresa con incesantes preguntas, sin dar tiempo a que su hermano las contestase.
La cocina nacional, que sin duda hubo de estar floreciente y adelantada en el siglo XV, como lo atestiguan D. Enrique de Villena y Ruperto de Nola, ha venido a caer en espantosa decadencia en el siglo XVII por el beaterio, penitente y devoto, y en el día por la afición y prurito de gastarlo todo en trapos transpirenaicos.
Buena cosa es la esperanza, respondió Martin. Corrian en tanto los dias y las semanas, y Cacambo no parecia, y estaba Candido tan sumido en su pesadumbre, que ni siquiera notó que no habian venido á darle las gracias fray Hilarion ni Paquita. Que da cuenta de como Candido y Martin cenáron con unos extranjeros, y quien eran estos.
Palabra del Dia
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