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Actualizado: 12 de junio de 2025


15 Vienen, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el Templo; y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; 16 y no consentía que alguien llevase vaso por el Templo. 17 Y les enseñaba diciendo: ¿No está escrito que mi Casa, Casa de oración será llamada por todas las naciones?

De otras barcas cargadas con pirámides de frutas partían al vuelo en ruda trayectoria naranjas y racimos de bananas hacia las manos ávidas de los emigrantes, que retornaban monedas envueltas en papeles. La nacionalidad del buque influía en las transacciones comerciales, y los mercaderes de acento andaluz lo vendían todo por marcos y por pfenings.

11 Y los acompañantes decían: Este es Jesús, el Profeta, de Nazaret de Galilea. 12 Y entró Jesús en el Templo de Dios, y echó fuera todos los que vendían y compraban en el Templo, y trastornó las mesas de los cambiadores, y las sillas de los que vendían palomas; 13 Y les dice: Escrito está: Mi Casa, Casa de oración será llamada; mas vosotros cueva de ladrones la habéis hecho.

Miras particulares se llevaban el de Villena y otros en difundir por el vulgo tales voces, pero miras que mas tarde fueron descubiertas por los que mas le vendian amistad, declarando al soberano verbalmente los proyectos concebidos por ellos, y mostrándole por escrito la correspondencia que habian interceptado dirigida á D. Juan de Portugal, á la cual contestó inmediatamente D. Fernando por medio de su enviado de negocios, Lope de Alburquerque.

Y preguntándole al asturiano qué habían de comprar, les respondió que sendos costales pequeños, limpios o nuevos, y cada uno tres espuertas de palma, dos grandes y una pequeña, en las cuales se repartía la carne, pescado y fruta, y en el costal, el pan; y él les guió donde lo vendían, y ellos, del dinero de la galima del francés, lo compraron todo, y dentro de dos horas pudieran estar graduados en el nuevo oficio, según les ensayaban las esportillas y asentaban los costales.

Los calores eran tan grandes, y así padescían los soldados más de lo que se puede encarescer; puestos todo el día al sol, sin beber agua que les matara la sed, y esa miseria de ración que se daba, quitaban parte della algunos Capitanes á sus soldados, por lo que vino D. Álvaro á tratarlos muy mal y deshonrarlos. Otros vendían el agua. Hubo Capitán en prisión por esto.

Entre una y otra representación tocaban las músicas alegres polcas, y la granujería de siempre, agarrada de un modo repugnante, improvisaba academias de baile en las aceras, chocando muchas veces contra las mesas donde las buenas mozas de vestido almidonado, pañuelo de seda y cara bravia vendían garbanzos tostados, orejones y ciruelas pasas.

Pero luego luego fué reparando que sus señoritas vendían frutas ó baratijas, ó llevaban distintivos de domesticidad, y perdió sus primeras ilusiones, en asocio de unas cuantas manotadas de libras esterlinas representantes de las viejas onzas desempaquetadas.

De vez en cuando, llegaba en busca del señor Fermín alguna gitano viejo, algún mochilero de los que vendían, en cafés y casinos, su exiguo cargamento de tabaco. Abuelo, esto es para usted... De parte de Rafaé. Era dinero que le enviaba el contrabandista y que el viejo entregaba silencioso a su hija. El muchacho jamás se presentaba.

Por lo demás, estaba él orgulloso de su categoría de atorrante: no tenía casa y no pagaba alquileres; no tenía criados y no le robaban y vendían; no tenía suegra, ni mujer, ni hijos, que le quemaran la sangre; ni negocios, que le preocuparan; ni amigos, que le engañaran; sobre él no pesaban impuestos ni carga alguna.

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