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Actualizado: 2 de junio de 2025
La abuela tiene dificultad para andar y me confía con placer a esas señoras que me acogen siempre con gran amabilidad. Genoveva y Petra son, como Francisca, de mis más antiguas amigas, y, como yo, son aiglemontesas de nacimiento. Genoveva nuestra decana, frisa en los veintiocho años. Es una morenita delgada y esbelta, de facciones acentuadas y dulces al mismo tiempo.
Sus pinturas eran descarnados cuadros, y sus tipos predilectos los más extraños y deformes seres. Un curioso aficionado á la estadística, hizo constar que en una de sus novelas salían veintiocho jorobados, ochenta tuertos, sesenta mujeres de estas que llaman del partido, hasta dos docenas y media de viejos verdes, y otras tantas viejas embaucadoras.
40 Los levitas: los hijos de Jesúa y de Cadmiel, de los hijos de Hodavías, setenta y cuatro. 41 Los cantores: los hijos de Asaf, ciento veintiocho. 42 Los hijos de los porteros: los hijos de Salum, los hijos de Ater, los hijos de Talmón, los hijos de Acub, los hijos de Hatita, los hijos de Sobai; en todos, ciento treinta y nueve.
Veintiocho pueblos, según afirma don Carmelo el de la comisaría, venimos en el buque; y lo mismo ocurre en otros trasatlánticos. ¿No es verdad, Ojeda, que esto se parece al avance en masa de los pueblos de Europa cuando las Cruzadas?... Hace poco, me acordaba yo, abajo, de las muchedumbres que siguieron a Pedro el Ermitaño.
Al número de veintiocho llegaron las obras que Luís de Vargas dejó á la Basílica sevillana, sobresaliendo de entre todas el cuadro llamado de la Gamba en la capilla de la Concepción.
Muchos me tienen por un tarambana, ya sé, pero precisamente si tengo veintiocho años y no he concluido todavía la Facultad, es porque me atrae y me interesa, más que los libros, más que los Códigos, la vida misma. ¡Lo que yo veo, lo que yo aprendo en la observación del mundo!
Pero yo no te la he dado todavía replicó ella, mientras le miraba con una de esas miradas con que sólo una madre sabe decir: ¡bendito seas! ¿Y serías capaz de negármela, cuando voy a realizar una obra buena? Yo no puedo darte ni negarte licencia dijo la señora cambiando el tono de su voz; tú tienes veintiocho años.
Por su carácter era un ángel, y por su facha, a no ser tan bondadoso, hubiera parecido un demonio, aunque por lo feo y pequeñuelo no dejaba de parecer un duende. El ser que iluminaba el castillo con esplendores de poética hermosura, era la gentil Poldy, única hija de la Condesa viuda que permanecía soltera, aunque frisaba ya en los veintiocho años.
Palabra del Dia
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