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Actualizado: 28 de julio de 2025


Aquel era el sujeto del sacrificio, como diría don Cayetano. Ana Ozores depositó un casto beso en la frente del caballero. Y sintió vehementes deseos de verle, de besarle en realidad como al cuadro disolvente. Mala hora, sin duda, era aquella. Pero la casualidad vino a favorecer el anhelo de la casta esposa.

No procedía éste como los amantes vulgares, en quienes la pasión no es más que un egoísmo un poco espiritualizado. En Bozmediano los movimientos de delicadeza y generosidad eran espontáneos y vehementes. No le fué difícil conseguir lo que apetecía.

Asistimos luego á la entrevista nocturna de los dos amantes, llena de fuego y de apasionada ternura; Julia, al fin, después de hacer alguna resistencia, accede á las súplicas vehementes de Roselo de casarse con él en secreto. Jornada segunda. El enlace clandestino de Roselo y de Julia se supone ya consumado, pero la dicha de ambos es poco duradera.

Los cabellos de Absalón .Calderón Esta magnífica tragedia ocupa lugar preferente entre las obras de nuestro poeta: la vida poderosa, que bulle en ella; su movimiento solemne é imponente, y el gran número de sus bellezas aisladas, brillantes, ó graciosas, ó duras, ó apasionadas, juntamente con el delicado sentimiento artístico, que modela todas sus partes, pintando con la mayor naturalidad las aberraciones más vehementes de la pasión, no son parte bastante á perturbar en lo más mínimo la tranquilidad y la belleza ideal, que reunen en todo el conjunto de este cuadro sublime.

Delante de esta sombra era Lázaro muy elocuente, y siempre acertaba á expresar lo que sentía; y sentía tanto el pobre, que á veces le daba uno de esos accesos vehementes, en que el organismo se conmueve todo, quebrantado y oprimido por la enorme expansión del espíritu. Salía de la casa por no hallarse bien en ella, y volvía á entrar por no hallarse bien fuera.

Esto no quebrantaba su respetabilidad. Una jumera de vez en cuando no era motivo para que nadie se escandalizase. ¡Costumbres de la tierra! Además, esto daba cierta popularidad. Y Luis Dupont, convencido de la importancia de su persona, iba de un casino a otro hablando de la «cuestión social» con vehementes manoteos que ponían en peligro las botellas y copas alineadas en las mesas.

; esa raza de la proscripcion es la raza de las danzas vehementes por excelencia.

En fuerza de imaginar luctuosas peripecias, el pecho se le colmaba de impulsos vehementes, a manera de necesidad perentoria de acción, y acción cruel. Era menester que se libertase de aquellas ansias agresivas, que cada día le hostigaban con redoblada tenacidad, o, de lo contrario, perdería en una mala hora la cabeza y haría una barbaridad.

El principal discutía con don Ramón y otros señores, ricos cosecheros que llegaban con cierto aire despavorido y se serenaban, acabando por reír, luego de escuchar las vehementes palabras del millonario. Montenegro no prestaba atención, a pesar de que la voz de don Pablo, aflautada por la cólera, se esparcía algunas veces por el escritorio.

Preséntase, pues, al Rey con este propósito, y sin decir la causa; pero haciendo al Monarca fervorosas y vehementes súplicas, y prometiendo descubrirle el secreto al día siguiente, le pide que aprisione al Conde. Concédesele su pretensión, y el Duque, sin ser conocido, asiste á la entrevista fijada para otro.

Palabra del Dia

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