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«Alma mía le dijo su marido cuando acababan de comer , veo con gusto que no te falta apetito. ¿Quieres que nos vayamos ahora a un café?». No replicó ella secamente . Estoy rendidísima. ¿No ves que se me cierran los párpados? Lo que quiero es dormir. Bueno, mejor; yo también lo deseo. Acostáronse, y el tiempo que aún estuvo despierta empleolo Fortunata en hacer comparaciones.

Es ya tiempo, benigno lector, de que vayamos reponiendo por su órden histórico, los objetos heterogéneos que por arte de abstraccion eliminamos de golpe en un principio, para hacerte ver con toda claridad en la catedral cristiana de Córdoba la mas grande y bella mezquita musulmana.

¡Animo! les dijo . No somos tan pocos que nos vayamos a dejar comer de un bocado por los australianos, y ni las armas, ni la pólvora, ni las balas nos faltan. Mostremos a estos brutos cómo se defienden los hombres de mar.

Marcelo corrió a Longueval con el corazón desgarrado: adoraba a su padre. Pasó un mes al lado de su madre, y al cabo de ese tiempo, le manifestó la necesidad de volver a París. Es verdad le dijo ella, es preciso que te vayas. ¡Cómo! ¿que me vaya?... Que nos vayamos los dos. ¿Crees, acaso, que te dejaré aquí sola? Te llevo conmigo.

Vayamos en pos de ese hombre privilegiado que recibió de la suerte, con el don de una ilustre prosapia, los de la fortuna, la distinción, la belleza y la dicha, porque es el protagonista de nuestra historia. Salió de su casa al trote corto, y a este paso llegó al bulevar: dejó atrás la Magdalena, y tomando por el arrabal de San Honorato entró en la calle de Angulema.

Yo no tengo impaciencia ninguna ni afán de divertirme respondió Inesita . Comprendo bien que Braulio no quiera que vayamos solas. ¡Somos tan muchachas ambas!... Casi pareces más joven que yo. Nos exponemos a mil sustos... a que nos persigan... a que nos falten al respeto... como el libertino de la otra noche. exageras... el Conde de Alhedín no nos faltó al respeto.

Preguntó mi mujer con picante curiosidad. Ese bedel, conserje ó lo que sea, contesté á mi compañera, me dice que vayamos al estanco, en donde nos darán un billete, cuya presentacion es indispensable para visitar el edificio. El billete en cuestion nos costará un franco á cada uno. Mi mujer agrió el gesto de un modo visible.

A favor de la marcha del overo pudo ponerse pronto al lado de Melchor, a quien le preguntó, sin volver la cabeza por temor de perder el equilibrio que a duras penas había podido conservar: ¿Por qué... me... habrá... dicho... Baldomero... que... me... divierta?... ¡Qué encuentras de raro en eso? ¿Yo?... nada... repuso Lorenzo que empezaba a sudar; y agregó: no... vayamos... tan... ligero...

En una o dos ocasiones creyó Amaury oír la voz del doctor que le decía angustiado: ¡Bastante, Amaury, bastante! ¡Mira que vas a matarla! Pero en el acto oía también la voz de Magdalena, que con nervioso acento repetía: ¡Más de prisa, Amaury! ¡vayamos más de prisa! Los dos novios parecían no pertenecer ya a la tierra.

He visto los restos de uno de aquellos juncos en las playas de la isla Edward Pellews; pero nosotros no vamos a tener miedo de los australianos. Estad, sin embargo, sobre aviso, Capitán. Ya sabéis que son capaces de cortar las maromas y de romper las cadenas de las anclas para que vayamos a embarrancar en las escolleras. Estaremos atentos, Van-Horn.