Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 10 de julio de 2025
Y después de un instante de silencio, viendo a Hullin boquiabierto, la anciana prosiguió lentamente: Anoche nos hallábamos todos reunidos, después de cenar, en la cocina bajo la campana de la chimenea; la mesa estaba todavía puesta con las escudillas vacías, los platos y las cucharas.
Los botones, las etiquetas de perfumería, las cintas de cigarros, los sellos de correo, las plumas de acero usadas, las cajas de cerillas vacías, las mil cosas informes, fragmentos sin uso ni aplicación, rayaban en lo incalculable.
El campanario, despojado de su adorno legítimo, se alzaba como un gigante exánime, de cuyas vacías órbitas hubiese desaparecido la luz de la vida. Enfrente de la entrada duraba aún una cruz de mármol blanco, cuyo pedestal, medio destruido, la hacía tomar una postura inclinada, como de caimiento y dolor. La puerta, antes abierta a todos de par en par, estaba ahora cerrada.
Esto pasaba en una pequeña sala interior de la Fontana, donde el amo tenía algunos centenares de botellas vacías, y dos ó tres barriles, vacíos también, con gran sentimiento, de Curro Aldama. Cuando Lázaro concluyó su relato, se sintió el ruido de aplausos y las voces entusiastas que resonaban en el recinto del café. Hablaba con mucha elocuencia Alfonso Núñez.
El señor Fermín, para que no le viesen llegar con las manos vacías los parientes pobres que cuidaban de sus pequeñuelos, se dedicó al contrabando. Su compadre Paco el de Algar, que había ido con él en las partidas, conocía el oficio. Entre los dos existía el parentesco de la pila bautismal, el compadrazgo, más sagrado entre la gente del campo que la comunidad de sangre.
Su conversación y charla vacías le eran dolorosas. Ciertas palabras, cazadas al vuelo, resonaban en su corazón como golpes de martillo.
Además, ¿cómo ir sin llevarles un regalo? ¿Te parece bien entrar en su casa con las manos vacías?... Luego, otros gastos... Resueltamente no vamos. Desde el 15 ya refresca. Observa cómo van achicando los días. Anoche ya la temperatura fue más suave... No nos movamos, hija, que bien nos va en Madrid. Oyó esto Rosalía con vivo enojo; pero su misma soberbia le vedaba contradecirlo.
Las cepitas talladas de color rosa, que parecían flores, iban y venían sobre la mesa, tan pronto llenas como vacías. La temperatura subía en el comedor. El vaho ardoroso de la comida, el calor de los cuerpos, en los que empezaba la digestión, y lo agitado de las respiraciones, parecían caldear el ambiente.
Intentó el capellán disuadirla: temía que se cansase, que se enfriase al atravesar los salones, al bajar al claustro. La señorita no dio más respuesta que dejar la labor, envolverse en su mantón y echar a andar. Cruzaron a buen paso la fila de habitaciones extensas, desamuebladas, casi vacías, donde las pisadas retumbaban sordamente.
Ladraban los perros, cada vez más furiosos; entreabríanse las puertas de alquerías y barracas, arrojando negras siluetas que ciertamente no salían con las manos vacías. Con silbidos y gritos entendíanse los convecinos á grandes distancias.
Palabra del Dia
Otros Mirando