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Actualizado: 7 de julio de 2025
En dicho navío, y como presidente de una misión de Jesuítas, venía el devoto Padre Diego Luís de San Vítores, el cual, viendo el estado de los naturales, resolvió trabajar para establecer una misión en aquellas apartadas regiones.
Los criados del Círculo no cesaban de ir y venir con bandejas en las manos. En cambio, la descripción de las cataratas del río Piedra produjo un escándalo de palmadas y vítores y me la hicieron repetir tres veces, con lo cual gané lo menos veinte minutos de los perdidos.
Rompió a tocar la música del trasatlántico una marcha de belicosa trompetería. Los pasajeros del castillo central admiraban los esplendores de la bahía. La muchedumbre emigrante, amontonada en la proa y la popa, gritaba sin saber por qué, deseando exteriorizar su alegría, saludando con una explosión de vítores, bramidos y silbidos a los buques inmóviles que quedaban atrás del Goethe.
Yahhyay reina aun en Ceuta y en Algeciras: ¿cómo no ha tomado las armas para reconquistar su codiciado imperio? ¿tan pronto se ha estinguido en él la llama de esa noble ambicion que le indujo en otro tiempo á venir á arrancar esta ciudad de la orilla misma del sepulcro? ¿tan pronto han dejado de resonar en sus oidos los vítores con que le acogió la muchedumbre, las afectuosas palabras con que le rindieron homenage los valíes?
Marianas en el siglo XVIII. La misión dirigida por el Padre San Vítores desembarcó en la isla de Guajan, estableciéndose en el pueblo de Agaña, en donde inmediatamente principió su obra de conversión.
Después de su llegada, del ruidoso recibimiento en la estación, de los vítores y música hasta ensordecer, apretones de manos aquí, empellones allá, y una continua presión de más de mil cuerpos que se arremolinaban en las calles de Alcira para verle de cerca, era el primer momento en que se contemplaba solo, dueño de sí mismo, pudiendo andar o detenerse a voluntad, sin precisión de sonreír automáticamente y de acoger con cariñosas demostraciones a gentes cuyas caras apenas reconocía.
Publicó su biografía en la primera plana, describió en la segunda su entrada triunfal en la romería y el modo gallardo con que fué acompañado por las jóvenes más hermosas de la villa en medio de cantos y vítores. Insertó cerca de esta descripción unos versos con el mismo asunto de uno de los chicos de don Rufo.
No bien llegó San Vítores á Manila, principió á gestionar la realización de su pensamiento, el cual no solamente no fué secundado sino que encontró acérrimos enemigos; esto no obstante el Padre San Vítores abrigaba en su alma la más fuerte de las perseverancias; la perseverancia que emana de principios del mismo Dios, «bautizarás al idólatra» dijo, y el infatigable jesuíta firme en su propósito se dirigió al Padre Nitarht, confesor de Doña Mariana de Austria, esposa del Soberano reinante por aquella época en Castilla, Don Felipe IV, del cual consiguió aquella una Real cédula satisfaciendo ampliamente los deseos del jesuíta.
Unas veces eran comisiones diplomáticas o personajes políticos que iban a gobernar repúblicas, y entonces parecía navegar con calmosa majestad, entrando solemnemente en los puertos embanderados, entre cañonazos y vítores. Las gentes se hablaban con frío comedimiento, mensurando las palabras, no atreviéndose a alzar la voz. Hasta los grumetes tenían un estiramiento protocolario.
Por seguir la moda. Pero no te mando recibir más que a las personas a quienes tú quieras hacer esa honra. ¿Excepto a ti? Por lo que a mí se refiere, no tengo órdenes que darte. Me limito a suplicar. En aquel momento se oyeron vítores en la calle. La Princesa corrió hacia uno de los balcones. ¡Es él! exclamó. ¡El duque de Estrelsau! Me sonreí, pero nada dije, y ella volvió a su asiento.
Palabra del Dia
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