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Actualizado: 11 de junio de 2025


Murió el año de 715; no se sabe el día, pero se cree fué su muerte á los últimos de Noviembre, en edad de 40 años y 21 de religión, en que había entrado á 1.º de Octubre de 1694. Fúndase una Reducción nueva y el P. Juan Bautista de Zea emprende la Misión de los Zamucos.

A cada persona la trataba según sus antecedentes, posición y temperamento. Cuando tropezaba con una devota escrupulosa, viva y ardiente como la marquesa de Alcudia, el buen escolapio apretaba de firme las clavijas, se mostraba exigente, tiránico, entraba en los últimos pormenores de la vida doméstica y los reglamentaba. En casa de Alcudia no se daba un paso sin su anuencia.

El Rio Tijamuchi que nace en la cordillera oriental, al oeste de los últimos tributarios del rio Securi, recibe las aguas del rio Taricuri y atraviesa la llanura de la provincia por la parte nordeste hasta el Mamoré, al cual se reune como á los 14 grados de latitud, un poco mas arriba de la mision de San-Pedro. Grandes barcas pueden ascender por él hasta el pié de las montañas.

En el año último reanúdanse de nuevo las operaciones con el objetivo de realizar de una vez la ocupación efectiva de la laguna de Lanao. En 10 de Octubre, 25 de Noviembre, 15 de Diciembre últimos y 2 de Marzo del actual, el Coronel D. Nicolás del Toro consigue la ocupación de Pantar tras brillantes triunfos, en los que los moros dejaron sobre el campo de batalla más de 80 muertos.

Nadie me quitará de la cabeza dijo Tiburcio a donna Olimpia, que estaba a su lado que si bien la música, como todas las demás artes, ha adelantado mucho en estos últimos tiempos, todavía hay en ella secretos misteriosos, descubiertos en las edades primitivas y conservados ocultamente en los santuarios y en los colegios sacerdotales.

Al pensar que mientras su espíritu en los últimos once años bajaba y subía en perpetua agitación, desde el cielo hasta el infierno, ellas habían estado allí altivas, felices, contemplando noche y día el firmamento augusto, una envidia sorda se apoderaba de su corazón y comenzaba á nacer en él un deseo vivo, irresistible, de reposo.

La tía Roma, por acuerdo de Quevedito, le daba friegas con un cepillo, rasca que te rasca, como si le estuviera sacando lustre. Valentín había espirado ya. Su hermana, que quieras que no, allá se fué, le dió mil besos, y, ayudada de las amigas, se dispuso á cumplir los últimos deberes con el pobre niño.

Pero ¡ay! de repente me sentía yo acometido de profunda tristeza, de mortal melancolía, de aquella melancolía mortal, mi dulce compañera en las tardes de otoño, cuando sentado en la florida vertiente del Escobillar me abismaba en la contemplación del hermoso valle nativo iluminado por los últimos fuegos del crepúsculo.

Sólo por los ruegos de Clara, a quien adoraban, consintieron en quedarse. Hacía ya dos meses que había nacido el niño y corrían los últimos días del mes de junio. Una noche, antes de ponerse a comer, cuando aún estaba Tristán en su despacho, entró una doncella a anunciarle que preguntaba por él aquel caballero que los señoritos llamaban paisano...

En la sala principal, que antes fuera salón, los últimos enfermos acaban su convalecencia. Es una amplia sala encristalada, completamente blanca, llena de blancos lechos y flanqueada de mesas. Unas comedidas jóvenes, vestidas de blanco, juegan a los naipes y al dominó con los gloriosos heridos. Es una escena íntima y muy conmovedora, señoreada por una abrumadora impresión de aburrimiento.

Palabra del Dia

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