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Actualizado: 9 de junio de 2025


Mas no quiso Dios que muriesen todos, para que tuviésemos noticia de la felicísima suerte de estos dos operarios Apostólicos; á algunos, pues, dejaron con la vida, bien que condenados á esclavitud perpetua. Los matadores transportaron el cuerpo del P. Arce á la otra banda del río, y le entregaron á los Guaycurús, que también habían echado leña al fuego, y tenido parte en este cruel delito.

Y ¿cómo es posible que haya quien desprecie el dinero, considerándolo una realidad demasiado prosaica? No hay duda de que el dinero es una cosa excelente... para aquellos que lo tienen. ¡Si lo pudiésemos tener todos!... Pero en cuanto lo tuviésemos todos, su virtud milagrosa desaparecería en absoluto. Yo creo que se debiera establecer un turno pacífico para el disfrute del dinero.

Esta mujer es una Marquesa. Su título no es menester decirle. La llamaremos por su nombre de bautismo, como si tuviésemos con ella la mayor intimidad. La llamaremos Elisa. Hacía cerca de tres años que se había quedado viuda. No llegaba aún a los treinta de edad. No tenía hijos. Era riquísima y muy elegante. Ni sus más acérrimas enemigas negaban que era discreta, ingeniosa, divertida y alegre.

Mucho tiempo hace que tenía yo vehementísimos deseos de escribir acerca de nuestro teatro, no precisamente porque más que otros le entienda, sino porque más que otros quisiera que llegasen todos a entenderle. Helo dejado siempre, porque dudaba las unas veces de que tuviésemos teatro, y las otras de que tuviese yo habilidad; cosas ambas a dos que creía necesarias para hablar de la una con la otra.

Claro es que con esto se destruirian todas las verdades necesarias; y que las matemáticas mismas, no serian mas ciertas que las relaciones de los prácticos de una profesion que nos cuentan lo que han observado en los objetos respectivos. Si pues aun ni de estas tuviésemos completa seguridad, ni de los resultados de la observacion podríamos tenerla.

Para prestar asenso á la palabra de los hombres, si no tuviésemos mas criterio que el consentimiento comun, no podriamos jamás creer á ninguno, por la sencilla razon de que no es dable asegurarnos de lo que dicen ó piensan los demás sin comenzar por creer á alguno.

Unos la tienen por rumana y hasta afirman haberla visto de joven en Bucarest; otros aseguran que nació en Italia, de padres polacos. ¡Vaya usted á saber!... ¡Si tuviésemos que averiguar el nacimiento y la historia de todas las personas que conocemos en París y nos invitan á comer!... Miró de soslayo á Robledo para apreciar su grado de curiosidad y la confianza que podía tener en su discreción.

Solo don Custodio, el liberal don Custodio, por su posicion independiente y sus altos cargos, creyó deber atacar un proyecto que no venía de él ¡aquello era una usurpacion! y tosió, se pasó las manos por los bigotes y con su voz importante y como si se encontrase en plena sesion del Ayuntamiento, dijo: Dispénseme el señor Simoun, mi respetable amigo, si le digo que no soy de su opinion; costaría muchísimo dinero y quizás tuviésemos que destruir poblaciones.

Así pueden atropellar cómodamente a las personas honradas. ¡Los aliados desearían que tuviésemos una religión semejante, estoy segura! Pero, por desgracia, todo el mundo no se siente con vocación de cordero. Por mi parte, y sin tratar de ofender a usted, creo que es algo estúpido trabajar para los demás.

Si no tuviésemos la funesta inclinacion de huir de nosotros mismos, si la contemplacion de nuestro interior no nos repugnase en tal grado, no nos seria difícil descubrir cuál es la pasion que en nosotros predomina. Desgraciadamente, de nadie huimos tanto como de nosotros mismos, nada estudiamos ménos que lo que tenemos mas inmediato y que mas nos interesa.

Palabra del Dia

vorsado

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