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¡Un puerto! ¿No le sería a usted igual un puente? ¡Hombre! Yo les he prometido un puerto... Es que la consignación para esa clase de obras está completamente agotada. Anímese usted y llévese un puente. Podemos darle uno magnífico. El diputado iba resignándose. Si, a lo menos, tuviésemos un río... exclamaba, ya medio convencido.

Además, el interés de nuestra raza está ligado a la vida de esa niña. Si tuviésemos la desgracia de perderla, un día u otro volvería a casarse don Diego. San Jaime, al que hemos dedicado dos iglesias, no permitirá que un nombre como el nuestro sea llevado por la señora Chermidy. »No crea usted que espere nada del doctor Le Bris; los sabios no entienden de esas cosas.

A este fin, ya le consta á V. S. que antes que llegase á Buenos Aires y á esta provincia, tenía actuadas todas las diligencias que me permitió el tiempo en cumplimiento de los eficaces preceptos que nuestro M. R. P. General, quien con igual empeño nos previno que si fuese posible tuviésemos evacuados los citados pueblos antes que llegase V. S. y por su mano recibiésemos las cédulas en que el Rey nuestro señor nos mandaba lo mismo; y con efecto, cuando las recibimos, ya se habían empezado á conquistar las voluntades de los indios con las eficaces persuasiones de los Padres Misioneros y del que yo había señalado en mi lugar mientras pasaba en persona á la ejecución de las Reales órdenes, y habiendo convenido en dejar sus pueblos, empezaron á salir de ellos algunos exploradores en busca de sitios y tierras competentes para su transmigración, lo que consta á V. S. y al P. Luis Altamirano por las cartas de las Misiones que en respuesta de las órdenes recibí en aquella ciudad, donde también me enviaron Mapa de algunas tierras algo menos proporcionadas, bien que todas son apartadas de los siete pueblos, que algunas no distaban menos que 200 leguas de ellos para la mudanza el cual Mapa mostré y entregué á V. S. en prueba de la pronta obediencia con que desde la primera noticia y orden del M. R. P. General se empezaron á actuar y se estaban actuando las diligencias más oportunas para el deseado intento.

Pues si se había hecho la revolución y la Unión del Norte, y todo, sería para que tuviésemos igualdad, que si no, bien pudieron las cosas quedarse como estaban.... Lo malo era que nos mandase ese rey italiano, ese Macarronini, que daba al traste con la libertad.... Pero iba a caer, y ya no cabía duda, llegaba la república. Con estos pensamientos entretenía las horas de trabajo en la Fábrica.

Raro era el día que no tuviésemos algunos invitados a almorzar o a comer. Esto era para mi un medio de conocer las maneras sociales y aprender, como me había dicho el cura, a equilibrar mis sentimientos. Pero debo advertir, que no equilibraba mucho que digamos, y que no lograba nunca disimular pensamientos e impresiones tan chocantes como impertinentes.

Con esta ocasión pudiéramos entretener algunos días el armada en demandas y respuestas, para que mientras ellos perdían tiempo en esto, tuviésemos lugar de fortificarnos mejor, y Sicilia y Nápoles proveer sus marinas y estar más apercibidos, porque cuanto más se detuvieran en esto, menos tiempo tuvieran para sitiarnos, y así no se pasara en el asedio el trabajo y necesidad que se pasó de agua.