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Actualizado: 22 de julio de 2025
En las aceras fué tropezando con militares de diversas naciones: oficiales franceses, ingleses, servios y algunos rusos convalecientes, que recordaban con su presencia la desvanecida cooperación de su país.
Sabido es que bajo las arenas que artificiosamente cubrían el pavimento de la vía, el suelo estaba erizado de clavos y picos de hierro, de tal modo que la caballería iba tropezando y cayendo conforme entraba para no levantarse más.
Penetraban en las cuadras, se escurrían entre las patas de las bestias, repitiendo su quejido por la muerte de Mari-Cruz; corrían, ciegos por las lágrimas, tropezando con las esquinas, con los marcos de las puertas, volcando en su carrera aquí un arado, más allá una silla y seguidos por los perros libres de cadena que les acosaban por todo el cortijo, uniendo sus ladridos a los desesperados lamentos.
Ten confianza en la bondad de Dios. Dicho esto, abrió la puerta, salió de la habitación y bajó precipitadamente la escalera. Doña Beatriz volvió vacilando y tropezando hasta la sala. No podía ya sostenerse. Cayó desplomada en el sofá. Después de un instante de calma y de silencio, rompió en gemidos y sollozos y vertió un mar de lágrimas. Acudió entonces el ama Teresa.
¿Qué es esto? dijo el sargento tropezando en un objeto un candelero de plata con una bujía. Y una linterna de hierro. Las acaban de apagar. Cuando entramos había aquí una dama y un caballero. Dejad eso donde lo hemos encontrado y adelante. En palacio y en la inquisición, chitón. Siguieron adelante los soldados, atravesando lentamente la galería.
El fugitivo, cercado en el dédalo de pasadizos, tropezando con enemigos en todas las revueltas, surgió corriendo por el extremo opuesto y continuó su carrera á lo largo del muelle. La cacería duró breves instantes al desarrollarse en un terreno libre de obstáculos. «¡Un espía!...» La voz, más rápida que las piernas, saltaba á su encuentro.
Don Pedro, medio a gatas porque de otro modo no se lo consentía la poca altura del desván, perseguía a sus primas, resuelto a tomar memorable venganza; y ellas, exhalando chillidos ratoniles, tropezando con los muebles y cachivaches esparcidos aquí y acullá, procuraban buscar la puertecilla angosta, para evitar represalias.
Algunos palos rompiéronse en pedazos; sonaban las espaldas al recibir los golpes con un ruido de cofres vacíos; caían muchos con la cara cubierta de sangre, tropezando en sus cuerpos los que huían, y comenzaron á sonar por todos lados, como chasquidos de tralla, los tiros de los revólvers.
Kotelnikov saludó, y aunque se tambaleaba un poco a causa de la cerveza, todos convinieron en que era muy chic. Después de irse el subjefe, bebieron más, y todos juntos salieron a la calle, tropezando con los transeúntes. Kotelnikov marchaba en medio de sus camaradas, sostenido por Polsikov y Troitzky. No, muchacho decía ; no puedes comprenderlo. En las negras hay algo exótico.
La noche estaba hermosísima, y Velarde siguió a pie por las extraviadas calles que llevaban al palacio de Villamelón, tropezando a cada paso con los humildes vecinos de las buhardillas y sotabancos, que tomaban el fresco sentados en las aceras. Presto llegó a la Plaza de Oriente, dio dos vueltas en torno del jardín circular y sentóse al cabo en un banco, frente al palacio.
Palabra del Dia
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