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Actualizado: 16 de junio de 2025
El combate terminó cuando el sable de Villar, sin intención ninguna, tropezó con la frente de Belinchón. Fué un simple rasguño; pero los padrinos dieron por terminado el lance. Don Rufo colocó un gran pedazo de tafetán inglés sobre la herida. El herido dió la mano noblemente a su contrario. Se envió un telegrama a Lancia, para que lo pusiesen a Sarrió.
Salió de la platea, y echando escaleras arriba, medio derribó a un chico, pisó a una señora y tropezó con un caballero, a quien tiró el cigarro. Le pareció oír insultos a su espalda, pero no hizo caso. El corazón le latía como a chico en examen.
A la puerta de la sacristía tropezó nuestro joven con Celesto, de rodillas, con las manos plegadas, los ojos en blanco, en éxtasis completo; tan arrobado que no le vio. Conservaba todavía en la mejilla izquierda señales de una reyerta que había tenido en la taberna la tarde anterior.
Mas como era tan ejecutiva, pronto despachó: con sus diez duros en el bolsillo, volvió a Mediodía Grande en coche simón tomado por horas, y en la puerta de la casa se tropezó con Petra la borrachera y su compañera Cuarto e kilo, que de la taberna vociferando salían.
Arrepintiose luego del discurso, ante el sumiso silencio que siguió, y dio las gracias tan dulcemente en la puerta, que Sandy tropezó, lo cual hizo que los niños riesen otra vez, risa de que participó doña María, hasta el punto de que sus pálidas mejillas se tiñeron débilmente de carmín.
Y mientras se formaba y consolidaba en las cubiertas rápidamente un prestigio de héroe para Isidro, éste, con toda calma, tomaba un baño y se vestía de blanco, luego de repeler aquel traje de lanilla que le había atormentado con su peso lo mismo que una armadura. Al salir del camarote se tropezó con «el hombre fúnebre».
Al llegar a la puerta cambió de resolución y pasó de largo sin entrar. Subió a la primera fonda que tropezó, alquiló una habitación y volvió a salir. Su inquietud y dolor no menguaron por esto. Al contrario, la idea de que no tenía dinero para pagar el pupilaje le atormentó de modo indecible.
El señor de Elorza quiso internarse por la muchedumbre, pero encontrando resistencia por lo apretada que estaba, echó las manos al cuello al primer ganapán con quien tropezó, y lo hubiera asfixiado seguramente a no haber intervenido los soldados, que sujetaron por detrás al irritado padre.
De repente tropezó con Sandy. Un agudo grito de inconsciente terror se escapó de aquel pecho femenino, pero una vez hubo pagado este tributo a la física debilidad, volviose más que atrevida, y se paró un momento, a seis pies, por lo menos, de distancia del monstruo tendido, recogiendo con la mano sus blancas faldas, en actitud de huir.
Cuando el amo se cansó de dormir saltó del lecho. Ni el más tenue resplandor entraba por las rendijas. Creía haber dormido doce horas lo menos, pero aún era de noche. Abrió una ventana, y su cabeza tropezó cruelmente en la obscuridad; intentó franquear la puerta, y no pudo.
Palabra del Dia
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