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Actualizado: 14 de julio de 2025
Llegado, pues, el esperado día, armóse don Quijote, vistióse Sancho, y, encima de su rucio, que no le quiso dejar aunque le daban un caballo, se metió entre la tropa de los monteros.
El viaje fue muy bueno, y no tuvimos más percance que unas calenturillas, que no mataron ni tanto así de hombre... Traíamos mucho dinero del Rey y de particulares, y también lo que llamamos la caja de soldadas, que son los ahorrillos de la tropa que sirve en las Américas.
Cuando el ejército se detenía, eclipsábanse en apariencia todos los males de la patria, porque la tropa, recobrando el buen humor, convertía el campamento en una feria.
A la orilla de un arroyo Se vén veinte coraceros Dispersados en guerrilla Sobre caballos lijeros; Se ven al frente asomar Bajo los talas y seibos Que baña Santa Lucía Míl y quinientos guerreros; Y el denodado Campon Mandando los coraceros Con firmeza les repite: «Antes que rendirse... ¡fuégo!» Lanzando grito salvaje Viene la tropa de siervos, Como una nube de polvo O una bandada de cuervos.
Lo mismo pensaba Bringas; pero él hubiera preferido que resucitara Narváez, cosa un poco difícil. «¡Oh!, si D. Ramón viviera... Pues como esto no se resuelva pronto, vamos a tener en Madrid una degollina, porque como aquí hay poca tropa, los llamados demócratas o demagogos se echarán a la calle. Tendremos una guillotina en cada plazuela». Cada día estaba el pobre señor más enfermo.
¡Los asesinos de Madrid! exclamó el Gran Capitán, inflamándose en patriótico ardor . ¿Y cree usted que les tenemos miedo? ¡Santa María de la Cabeza! Ya veo que están fortificando el Retiro, y que no permiten que vuele una mosca alrededor de sus señorías; pero ya hablaremos. Esto es ahora porque estamos sin tropa; pero ¿sabe usted lo que se va a formar en Andalucía? Un ejército. ¿Y en Valencia?
Por todas partes se veían montones de ruinas, árboles y campos quemados, viñedos cubiertos de piedras, puentes destrozados y aquí y allá un castillo ó un monasterio convertidos en escombros; señales por doquier del asolamiento y la rapiña. Aquel espectáculo contristó el ánimo de los viajeros y el barón empezó á preguntarse con recelo si en tal yermo hallaría provisiones para su pequeña tropa.
Primero se distinguieron, desde lo alto de la cuesta, la escuadra de gastadores y el grupo que formaba la banda, en cuyos instrumentos de cobre reverberaba la luz reflejos vivísimos: luego se vio venir la ancha columna formada por la tropa, sobre cuya oscura masa lucían las bayonetas heridas por el sol.
Juanón daba patadas de impaciencia. ¿Pero y Salvatierra? ¿Dónde estaba don Fernando?... El Madrileño no le había visto, pero sabía, le habían dicho, que estaba en Jerez aguardando la entrada de la gente. También sabía, o más bien, le habían dicho, que la tropa estaría con ellos. La guardia de la cárcel andaba en el ajo.
Doce Atenianos, mandados por el capitan Pariamo, no pudiendo resistir en campo raso á cien soldados de tropa veterana y á quinientos flecheros, se emboscaron á distancia de una legua del pueblo, en un espeso monte que se halla situado sobre una colina, resolviéndose á morir allí ántes que rendirse al enemigo.
Palabra del Dia
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