Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 28 de octubre de 2025


¡Hombre al agua! Al cerrar la noche, salió de Torrevieja el laúd San Rafael, con cargamento de sal para Gibraltar. La cala iba atestada, y sobre cubierta amontonábanse los sacos, formando una montaña en torno del palo mayor. Para pasar de proa a popa, los tripulantes iban por las bordas, sosteniéndose con peligroso equilibrio.

El piloto se llevaba una parte del prestigio que Ferragut ejercía sobre los tripulantes. ¿Cómo explicar su desaparición en vísperas de un viaje ilegal que exigía gran reserva? ¿Cómo asegurarse del silencio de todos?... Quedó pensativo largo rato, y de pronto abandonó su sillón, saliendo á la cubierta.

El era el capitán, y todos debían obedecerle. Por esto respondía del buque, de la vida de sus tripulantes, de la suerte de la carga. Además, era el propietario: nadie mandaba sobre él, su poder no tenía límites. Por afecto amistoso, por costumbre, consultaba á su segundo, le hacía partícipe de sus secretos, y Tòni, con una ingratitud nunca vista, osaba rebelarse... ¿Qué significaba esto?...

Luego de renunciar al título de archiduque, para llamarse simplemente Juan Ort, corría los mares en un lujoso yate, acompañado de hermosas mujeres y de músicos. Un día circulaba la noticia de que el buque se había perdido, con todos sus tripulantes, en el cabo de Hornos, al pasar de una costa á otra de la América del Sur.

Al contrario, un centenar de aquellos salvajes intentaron acabar con los blancos y los chinos que presenciaban aquel furioso combate, y se dirigieron tumultuosamente a la playa. No había que perder un momento. Para los tripulantes que se habían quedado en tierra no había ya salvación posible y los más de ellos habían ya perecido. No era prudente exponer a igual suerte a los que se habían salvado.

En los puertos del Trópico, los tripulantes, hastiados de bananas, piñas y aguacates, saludaban con entusiasmo la aparición de la gran sartén de arroz con bacalao y patatas ó de la cazuela de arroz al horno, con la dorada costra perforada por la cara roja de los garbanzos y el lomo negro de las morcillas.

El diario referido de Colón, en el primer viaje, menciona la espingarda como arma de mano de que disponían los tripulantes de las carabelas; pero habían de ser muy pocas, no estando por entonces generalizadas.

Hacía poco más de veinte años había en Peñascosa un pescador de altura llamado Mariano Lastra, a quien todos sus compañeros apreciaban por sus sentimientos honrados y carácter apacible. Este pescador pereció con otros ocho tripulantes de la lancha en que iba, a consecuencia de una galerna de poca importancia. Sólo aquella embarcación había zozobrado.

Montó en el acto, arrastrándose por el puente, vio el bauprés enteramente destrozado, y a un tiro de fusil a la otra escampavía, con la popa hundida, elevar su proa, donde se habían refugiado los tripulantes que quedaban.

Los tripulantes del lagarto volador examinaban la misma nube, pero con el auxilio de aparatos ópticos. Una de las amazonas aéreas le gritó algunas palabras en su idioma, al mismo tiempo que señalaba con un dedo la remota mancha blanca. El gigante le contestó con una sonrisa indicadora de su comprensión. A partir de este momento la nube fué tomando para él contornos fijos.

Palabra del Dia

neguéis

Otros Mirando