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Juntáronse los Capitanes con harta confusion y sentimiento á tratar de su remedio. Estaban en un estado tan lastimoso, que aun los mismos enemigos se podian compadecer de su miseria.

Quería ir pronto a la oficina, donde tenía cita con el marqués de Fúcar y con el ministro para tratar de salvar al Tesoro, haciéndole un préstamo. «¡Ah!, se me olvidaba... murmuró, echando la vista sobre una carta . Francisco, dile al señorito Joaquín que suba». Joaquín Pez, el mayor de los Pececillos, tenía treinta y cuatro años.

Al tratar de los cargos que pesan sobre los ministros de la audiencia, hemos dejado para hablar en párrafo separado del juzgado de bienes de difuntos, y antes de concluir esta primera parte, es el lugar mas oportuno de ocuparnos de esta dependencia ó ramificacion del poder judicial.

Y cuando las lindas transeúntes penetraban a la tienda, el dueño dejaba a sus amigos, saludaba a sus clientes con un efusivo apretón de manos, preguntaba a la mamá por ese caballero, echaba algunos requiebros de buen tono a las señoritas, tomaba el mate de manos del cadete y lo ofrecía a las señoras con la más exquisita amabilidad; y sólo después de haber cumplido con todas las reglas de este prefacio de la galantería, entraban clientes y tenderos a tratar de la ardua cuestión de los negocios.

Pues adelante. Ya estaba resuelto aquel punto, y muy a satisfacción del interesado. Faltaba otro de mayor entidad para él; porque el primero le daba apoyos en que fundar buenas esperanzas, pero no le sacaba del atolladero en que se veía, y de esto era necesario tratar inmediatamente.

¿De modo añadió ésta quedándose delante de la silla que antes había ocupado , que no hay más asuntos que tratar por ahora entre los dos? ¿Por qué lo preguntas? Porque tengo que hacer en otra parte de la casa... Ya ves , la señora de ella, y lo mejor del día gastado en conversación...

En cambio los mimos y pantomimas se mantuvieron en la escena con general aplauso , aunque muy distintos aquéllos de la perfección artística de los de Publio Syro, y convertidas éstas en espectáculos casi bárbaros. Es costumbre, cuando se habla del teatro antiguo, tratar sólo de las representaciones públicas.

Sea de todo ello lo que quiera, y ciñéndome yo á mi papel de cronista y de fotógrafo, diré que la Casa de la Salina, en medio de lo mucho que la han deteriorado el abandono en que estuvo largo tiempo y el bajo empleo á que se la destinó después, y no obstante las recientes profanaciones de que ha sido objeto al tratar de convertirla en casa moderna, cerrando nobilísimos arcos y poniendo en su lugar puertas, balcones, ventanas y todo un entresuelo, conserva aún, por dentro y por fuera, columnas, medallones, arcos, bustos, estatuas, mensulones, cornisamentos, escudos y centenares de figuras de animales fantásticos y caprichosos, que son otras tantas maravillas.

Se quedaría con él.... ¿Cuánto? Por ser para usted, que es un amigo dijo el gitano palmeándole en la espalda , por ser para usted, persona simpática que sabrá tratar bien á esta prenda... lo dejaremos en cuarenta daros y trato hecho.

Antes de tratar de la historia de la literatura dramática en la primera mitad del siglo XVI, darémos algunas noticias acerca del arte teatral de esta época.