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Actualizado: 1 de junio de 2025


No es justo que, por seguir la opinión de Bouterwek, se consideren las farsas de Gil Vicente como las principales y auténticas pruebas de su talento, porque no se ve en ellas el arte que en la tragicomedia de Don Duardos, en punto á traza y ejecución de un plan dramático.

Hay que saber explotar la vanidad, el vicio o el secreto de alguna intimidad tortuosa. El dolor, la miseria, la injusticia no le interesan al que no las padece. Y esto lo saben los doctores de esas aulas de tragicomedia que están siempre abiertas en las aceras cortesanas. Y estos lamentables bigardos os dirán que son filósofos, cronistas y poetas.

Sirven para enriquecer al editor; más amargo viceversa, cuanto que el poeta ha pasado una vida desastrosa. Es la eterna tragicomedia desgarrante. Verlaine tenía una sed fatal que no se saciaba nunca... ¿Fué por eso un originalísimo y alto poeta?

El trágico mueve á terror y misericordia; el cómico mueve á risa. El trágico busca casos terroríficos para conseguir su fin; el cómico trata acontecimientos ridículos: ¿cómo queréis concertar estos heráclitos y demócritos? Desterrad, desterrad de vuestro pensamiento la monstruosa tragicomedia, que es imposible en ley del arte haberla.

También en España, para tratar de nuevo de nuestro asunto, no se hicieron escrúpulos sus dramáticos desde un principio de imitarse unos á otros; y para demostrarlo con ejemplos aislados, encontramos el primero en las obras de Gil Vicente, que se apropia muchas escenas de Juan del Encina . El auto portugués, de Moralidade, de Gil Vicente, se imitó poco después en España, con algunas variaciones, en la tragicomedia alegórica Del Infierno y del Paraíso; y aunque Lope de Vega casi siempre desenvolvió argumentos suyos originales, nadie se avergonzaba en su tiempo, y así lo hemos demostrado en distintas ocasiones, de apropiarse, mejorándolos, ideas y argumentos ajenos .

Válgame para disculpa la popularidad que en el siglo más glorioso para España tuvo la tragicomedia tan lindamente reimpresa ahora: popularidad en la que entró por más el valor estético que lo licencioso del asunto.

Tragicomedia alegórica del paraiso y del infierno, moral representación del diverso camino que hacen las almas partiendo de esta presente vida, figurada por los dos navíos que aquí parecen: el uno del cielo y el otro del infierno, cuya subtil invención y materia en el argumento de la obra se puede ver.

Yo grito: «¡Sal de ahí, adorado sarnifugueroSe baña, se fregotea durante una hora, se pone un traje de casa, y a la mesa, a cenar. Mientras cenamos me hace la crónica social de todos los ranchos, que suele ser tan divertida como la de los salones. La tragicomedia es la misma, como te he dicho; sólo cambian el medio, las formas y los trajes.

Y por eso sus ojos tienen cercos tan profundos y su boca esa mueca de melancolía: porque los días huyen, huyen... ¡y Rodolfo no llega nunca! Perfil de tragicomedia MI querido cofrade D. Amaranto Peláez es un virtuoso covachuelista, muy digno de una hornacina en el martirologio moderno.

En suma, yo no quiero decir más sino que la novela Quo vadis? se lee con gusto o con provecho, como dice el Sr. Cuervo que sólo se leen en América cuatro o cinco de nuestros autores. Nueva edición de «LA CELESTINA» El señor D. Eugenio Krapf, alemán de nación y fundador y dueño en Vigo de un establecimiento tipográfico, ha impreso y publicado la tragicomedia Celestina.

Palabra del Dia

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