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Actualizado: 18 de mayo de 2025


, Quintanar dice bien, esto es el paraíso, ¿qué nos falta a nosotros en él? Según Quintanar, nada más que música.... Oh, pues por música que no quede. Corro al salón a tocar la donna é movile, con el dedo índice, mi único dedo músico. ¡Qué cursi es esto según Obdulia!... ¡Una dama que no sabe tocar el piano más que con un dedo!

Cuando tenían que tocar con el hacha uno de aquellos troncos, lo hacían temblando, y el montañés de los Apeninos decía: «Si eres dios ó diosa, perdóname»; y recitaba devotamente las plegarias propias del caso, pero no se quedaba muy tranquilo después de sus genuflexiones. Al blandir el hacha, veía agitarse las ramas encima de su cabeza.

Y puedo decir con placer que esa nueva vida se abre ante con buenos auspicios, porque además de los sanos principios que te hemos inculcado, eres hábil y puedes bastarte á mismo haciéndote útil á otros. Dime qué has aprendido últimamente; ya que eres escultor de no mediano mérito y que pocos mancebos de tu edad te ganan á tocar la cítara y el rabel.

Para tocar este instrumento, cuyas notas bajas producen un sonido estraordinario, es menester colocarlo horizontalmente y no en direccion vertical como la zampoña ordinaria.

Tenía además la doña Rosalía un amante del comercio, que la visitaba todas las noches, en compañía de una guitarra; y era este amante un ser creado de encargo por el infierno para cantar y tocar toda la noche en aquella casa y no dejar dormir á las dos sastras de ropas sagradas.

Dispense, señor contestó el patrón, pero esta gente dice que antes de tocar la cueva necesitan hacer ofrendas al espíritu de la muerte para que les libre de todo mal.

La realidad del despertar fué tan alegre para Ulises como dulces habían sido las horas de la noche en el misterio de la sombra. Estaba fatigado; sus piernas vacilaron al tocar el suelo, y al mismo tiempo nunca se había sentido tan fuerte y tan feliz.

Sabía tocar la guitarra rasgueando y de punteo; cantaba como una calandria, tanto las melancólicas playeras como el regocijado fandango. Su memoria era rico arsenal o archivo de coplas, tiernas o picantes, en que la casta musa popular no siempre merecía el mencionado calificativo con que algunos la designaban. No se entienda por esto que doña Inés gustase de conversaciones libres y escabrosas.

Las moja demasiado; va a estropearlas dijo el filósofo. ¡Silencio! gritaron todos a la vez. ¡Atrás, Satanás! dijo otra vez el fraile . Ahora, hermanos míos, ya podéis tocar esos objetos. Los contrabandistas le rodearon apresuradamente, y él sacó un largo papel de su cintura.

Por las noches, cuando todo callaba en el industrioso Socartes, quedando sólo en actividad los bullidores hornos, el buen doctor que era muy entusiasta músico, se deleitaba oyendo tocar el piano a su cuñada Sofía, esposa de Carlos Golfín y madre de varios chiquillos que se habían muerto. Los dos hermanos se profesaban el más vivo cariño.

Palabra del Dia

ancona

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