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Actualizado: 4 de mayo de 2025


El 23, a la hora de la lista grande, Madrid parecía el país de las desilusiones, porque... ¡cosa más particular!, a nadie le tocaba. Es preciso que a uno le toque para creer que hay agraciados. Don Baldomero estaba muy sereno, y el golpe de suerte no le daba calor ni frío.

Te aseguro que hace tiempo que he encargado á un amigo de andar los pasos... Sólo que es cojo el pobrecito y camina poco añadió bajando la voz con acento cómico. Los amigos celebraron la gracia. Soledad salió del cuarto llorando, como siempre que se tocaba este punto. Con todo, era feliz.

A la banda de Poniente, hacia el campo de los turcos, estaba otra compañía; á ésta le tocaba la guardia por orden del Sargento mayor, con su socorro también, como los otros. Esta compañía se ponía cerca de una mezquita de moros, y poco lejos della se ponían las centinelas hasta la marina.

Mi madre había sido casada á los quince años, y tocaba yo á los veintidós cuando vino al mundo mi hermana, mi pobre Elena. Poco tiempo después de su nacimiento, saliendo mi padre una mañana con la frente arrugada del cuarto en que mi madre se consumía, me hizo señal para que le siguiera al jardín; después de haber dado dos ó tres vueltas en silencio.

Sólo se acuerda de para enviarme una limosna, ¡como si el corazón comiera y le contentase el dinero! Yo no tomo un cuarto de ellos: primero morir; prefiero molestar a los amigos. Ahora que era oído el viejo. Los que le rodeaban sentían hambrienta curiosidad ante una historia que tan de cerca tocaba a dos celebridades artísticas.

El vals tocaba a su término; mi compañera se me había entregado completamente.

Aquella mañana trabajaba como todos los días en cambios de destino, suspension de empleos, deportaciones, concesion de gracias, etc. y no se tocaba todavía la gran cuestion que tanta curiosidad despertaba, la peticion de los estudiantes solicitando permiso para la creacion de una Academia de castellano.

Las estaturas eran tan desacordes, que la bayoneta del enano tocaba los doblados hombros del gigante. Por la desigualdad, por la irregularidad, por el valor ciego y salvaje, por la fe estúpida y la sobriedad casi inverosímil, a ningún ejército conocido podrían compararse, como no fuera a los ejércitos de Mahoma. A la mañana siguiente salieron muchos para Urdax.

Por qué en aquel momento, en que mi amor por Gloria se convertía en delirio y embriaguez, en que todo me sonreía y tocaba al logro de mis deseos, sentí el alma inundada de tristeza y apetecí la muerte, no puedo explicarlo, pero así fue. Quizá tengan razón los que creen que el amor y la muerte son dos cosas que se identifican y confunden allá en el centro misterioso de la vida universal.

De la cosa más sencilla hacen tus ojos un berenjenal. Tienes razón, primo. Por eso digo yo que nuestra imaginación es la que ve y no los ojos. Sin embargo, éstos sirven para enterarnos de algunas cositas que los pobres no tienen y que nosotros podemos darles. Diciendo esto tocaba el vestido de la Nela.

Palabra del Dia

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