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Actualizado: 7 de junio de 2025
En todos estos casos puede decirse que no se paraba en barras y que fácilmente tiraba la casa por la ventana, pues, fué siempre característico de la tierra el rumbo, hasta llegar al derroche, al despilfarro que conduce á la ruina.
El director se cuidaba poco de él: decíase que tiraba de la oreja a Jorge en el casino, y tal vez fuese cierto: lo indudable era que las cosas casi nunca andaban bien, que más de cuatro veces faltó dinero en la caja para pagar al almacenista, y que a los profesores se les adeudaban casi siempre tres o cuatro meses de sueldo.
Unos días después, los juntó y les fue preguntando a cada cual su nombre; todos respondieron, menos los de tu casta, que ni su nombre sabían. Dióle tal rabia a padre Adán, que cogiendo al desmemoriado por las orejas, se puso a gritar a la par que tiraba desaforadamente de ellas; te llamas borriicooo.
Y como si tratase de afinar su puntería, tiraba sobre las aves y las frutas, tiraba sobre las mariposas con tanto tino que el lego administrador ya no se atrevió á ir á Sapgang sin acompañamiento de guardias civiles, y el paniaguado que divisó de lejos la imponente estatura de Cabesang Tales recorriendo sus campos como un centinela sobre las murallas, renunció lleno de miedo á arrebatarle su propiedad.
Pero de flores y de perlas hecho, Entraba Carlos á llamarme, y daba Luz á mis ojos, brazos á mi pecho. Tal vez, que de la mano me llevaba, Me tiraba del alma, y á la mesa Al lado de su madre me sentaba. Sin ver el maestresala diligente, Y el altar de la gula, cuyas gradas Viste el cristal y la dorada fuente;
Todos estos datos contribuyeron a hacerme creer que aquella gente era bastante misantrópica y extraña. Después de almorzar y descansar en la venta, me fuí por el borde de las dunas adelante. Serían las cuatro y media, cuando vi al capitán y a su hija, que volvían, hacia su casa, por la playa. El iba despacio; ella corría, tiraba piedras, gritaba.
Por cierto que me dio veinticinco francos de propina, ¡como os lo estoy refiriendo! Yo te daré cincuenta respondiole Ayvaz, si quiere Dios que realice la venganza que medito. M. L'Ambert tiraba perfectamente, pero era demasiado conocido en las salas de esgrima de París para haber tenido jamás ninguna ocasión de batirse.
El aperador conoció a uno de los dos hombres que tiraba del ronzal de la bestia para que acelerase la marcha. Le llamaban Manolo el de Trebujena y era un antiguo gañán que, después de una sublevación de los obreros del campo, estaba señalado por todos los amos como perturbador.
Cerca, muy cerca ya del peñasco, el Canelo arrastraba materialmente a Chisco, que tiraba de él con todas sus fuerzas en sentido contrario, y ni amordazándole con una mano podía hacerle callar. La perruca faldera latía y vociferaba también, a su modo, y zarandeaba el cordel que la sujetaba a la manaza de Pito; pero temblaba mucho... aunque no tanto como yo.
En efecto, su tez blanca tenía los reflejos del estuco. En los pómulos, un tanto avanzados, bastante para dar energía y expresión característica al rostro, sin afearlo, había un ligero encarnado que a veces tiraba al color del alzacuello y de las medias.
Palabra del Dia
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