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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Ahí tienes le dijo doña Lupe moviendo la mano derecha, con dos dedos de ella muy tiesos, en ademán enteramente episcopal ; ahí tienes lo que pasa por no hacer lo que yo te digo... Si hubieras seguido los consejos que te di este verano, no te verías como te ves. La otra estaba tan sofocada, que su tía tuvo que traerle un vaso de agua.

Desgreñada, lívida, con los ojos chispeando furia, las manos temblorosas, los dedos tiesos y esgrimidos al modo de cuchillos, la boca seca, por ser las voces que de ella salían más bien ascuas que palabras; más parecida a demonio hembra que a mujer, estaba Maricadalso en la puerta de una casa humildísima de la calle del Peñón.

Los bustos de las damas, apareciendo entre el desfilar de cocheros tiesos y entre tanta cabeza de caballos, los variados matices de las sombrillas, las libreas, las pieles, producían ante su vista un efecto igual al que en cualquiera de nosotros produciría la contemplación de un magnífico fresco de apoteosis, donde hay ninfas, pegasos, nubes, carros triunfales y flotantes paños.

Tenía un amor propio exagerado; presumía de todo lo que un hombre puede presumir, hasta de guapo, pero muy singularmente de forzudo, aunque no lo era gran cosa. Nada había que le placiese tanto como enseñar los músculos del brazo y los tendones, y ponerlos contraídos y tiesos. No obstante el cariño que Miguel tenía a su amigo Mendoza, no dejaba de jugarle algunas pasadas.

...Antes que hacer una boda como las que veo todos los días... No quiero arreglar un negocio, sino asegurar mi dicha. Bueno, pero, una entrevista... propuso el notario. dije con amargura; una entrevista en la que los dos estaremos tiesos y falsos iluminará enormemente mi juicio... En fin, di adónde vas a parar exclamó la abuela violenta. El uso quiere que las cosas se hagan así...

Arropándome en una capucha, tomé mis zuecos y me dirigí hacia la quinta, situada a un kilómetro de la casa. Chapuzando, chapoteando y enterrándome, llegué hasta donde estaba Juan que limpiaba su arado. ¡Buen día, Juan! ¡Buen día, señorita! contestó Juan, quitando su bonete de lana, lo que permitió a sus cabellos que se pararan tiesos sobre la cabeza.

A medida que caían las paredes de su calabozo, se iba descubriendo parte por parte la triste figura del hijo de Irlanda. Todos los water-proof habían fato fiasco. Sus brazos y sus cabellos, y las alas del sombrero, pendían tiesos y perpendiculares hacia la tierra. Parecía un navío empavesado en calma chicha.

Los ingleses, que en general son tiesos y formales, tienen la ventaja de su tiesura y de su formalidad; pero estos anglómanos del Mediodía, con su mezcla de tiesura y de mandanga, me parecen bastante cómicos. Dolorcitas, como era natural, no tenía mucho cariño por su padrastro.

Hay visitas, por supuesto, y son de pelo de veras, con ropones de seda lila de cuartos blancos, y zapatos dorados: y se sientan sin doblarse, con los pies en el asiento: y la señora mayor, la que trae gorra color de oro, y está en el sofá, tiene su levantapiés, porque del sofá se resbala; y el levantapiés es una cajita de paja japonesa, puesta boca abajo: en un sillón blanco están sentadas juntas, con los brazos muy tiesos, dos hermanas de loza.

¡Qué cambio el de nuestros tiempos, amigo Ojeda! ¡Qué transformación de valores!... El oro y el comercio, que en otras épocas sólo eran para la gente despreciable acorralada en las juderías, reinan ahora como fuerzas directoras del mundo... Y si lo duda usted, ahí tiene al amigo de los bigotes tiesos que nos preside, místico y guerrero como Lohengrin, músico y genial como Nerón, siempre con coraza y casco de aletas, y que, sin embargo pasará a la Historia con el título de primer viajante de comercio de nuestra época.

Palabra del Dia

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