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Quiere decirse, tiña, que, de hoy palante, tanto da ser callealtero como de nusotros...; toos seremos unos.... ¡Pa ellos estaba, retiña! Too eso está muy bueno; pero considere que está escrito en ley allá arriba, y que de na sirve lo que nusotros estipulemos acá abajo. Ya verás si sirve, tiña. Por de plonto, sepan esos gubiernos que Tremontorio no güelve más á la mar con esa ley.

Será por exceso de precaución díjele, comprendiendo su náutica alegoría y deseando darle alientos. ¡Qué precaución ni qué ... tiña! me replicó muy fosco! Soy ya casco viejo, vengo desarbolao, el puerto es obscuro y la barra angosta...; ¿para cuándo es el práctico, si no es para ahora mesmo? Tiene usted razón le dije, viéndole tan sereno. En estos trances se prueba el temple del espíritu.

La calcarea se adapta esencialmente al herpes escrofuloso en todas sus formas; á la tiña, y en particular al favus mucoso, á la costra láctea de carácter serpiginoso, y á ciertas sifílides rebeldes.

36 entonces el sacerdote la mirará; y si la tiña hubiere cundido en la piel, no busque el sacerdote el pelo rubio, es inmundo. 38 Asimismo el hombre o mujer, cuando en la piel de su carne tuviere manchas, manchas blancas, 39 el sacerdote mirará: y si en la piel de su carne parecieren manchas blancas algo oscurecidas, es empeine que brotó en la piel, está limpia la persona.

Concluído el acto, él en persona remueve la tina de salmuera, le refriega las nalgas, le arranca los pedazos flotantes y le mete el puño en las concavidades que aquéllos han dejado. Facundo vuelve a su casa, lee las cartas interceptadas, y encuentra en ellas encargos de los maridos a sus mujeres, libranzas de los comerciantes, recomendaciones de que no tengan cuidado por ellos, etc.

¡Con su cuenta y razón, tiña; no de ese modo!... ¡Un terrestre! ¡Á la Ferrolana pudo haberse atracado él á repartir licencias cuando dábamos la vuelta al mundo! ¡Bien saben ellos ónde se meten!... ¡Harto será, tiña, que no te güelvan á llamar; porque la ley es ley, y el que la hace la paga, si no es hoy, mañana!

34 Y al séptimo día mirará el sacerdote la tiña; y si la tiña no hubiere cundido en la piel, ni pareciere estar más profunda que la tez, el sacerdote lo dará por limpio; y lavará sus vestidos, y será limpio. 35 Pero si la tiña se hubiere ido extendiendo en la piel después de su purificación,

Cuando ellos comían, si sobraba, era para Pepe; si no había restos, gracias que le dieran pan con que rebañar la cazuela del cocido; así que las hambres y una felpa con que le obsequiaron por meter en la tina de lo verde lo que había de ser morado, acabaron con la paciencia del muchacho. Se escapó, y entonces fue la época más conturbada de su vida.

El propietario adivinó. ¡Su baño: la famosa tina de oro!... Luego, con un brusco cambio de opinión, no sintió dolor por esta pérdida. Odiaba ahora la ostentosa pieza, atribuyéndole una influencia fatal. Por su culpa se veía él allí. Pero ¡ay!... ¡los otros muebles amontonados en los camiones!... En este momento pudo abarcar toda la extensión de su miseria y su impotencia.

Y entre las señoritas ocurre otro tanto: «Mangacha», «Mecha», «Mechita», «Cochonga», «Chucha», «Cocha», «Coca», «La gringa», «Neneite», «Nenana», «La Negra», «Fifa», «Tina», «Tinita», «Mimí», «Nini», «Nina», «Sisi», «Potota», «Chiveta», «Matesa», «La gata», «Loló», etc., etc. Como se ve, el bautismo ha desaparecido.