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Actualizado: 25 de noviembre de 2025
Parecía cosa convenida que todos sus actos habían de ser originales y todas sus palabras agudezas. Otra bien distinta era su conducta en la intimidad de las tertulias de su casa. Y, sin embargo, estaba allí más a gusto y en su elemento que en todas partes, con ser el círculo tan estrecho y tan limitados los pasatiempos.
A propósito de estas tertulias. En una de ellas, estando Leto de codos al balcón del saloncillo, mientras Nieves tocaba adentro una melodía de Schubert, se dejó llevar distraído de la impresión que le causaba siempre la buena música, y particularmente la que le era conocida, y acabó por seguir a media voz el canto de la melodía.
Por la noche dió la noticia á Robledo: Tomó el tren para Bahía Blanca sin avisar á nadie. Debe traer entre manos algún negocio gordo. Y continuaron las tertulias sin otra novedad. El francés, siempre vestido de smoking, era el preferido por Elena en sus conversaciones. Moreno, al llegar la noche, se ponía el chaqué, sin otro resultado que dialogar con Torrebianca.
En medio de esta dulce vida de esperanzas, y pequeñas inquietudes desvanecidas por una amabilidad, o por las distracciones de una existencia tan nueva para mi, llegamos al fin de Septiembre. Y entonces mi tío, con el aspecto fúnebre de un hombre que va al cadalso, se preparó a llevarnos a las tertulias anunciadas por el señor de Couprat.
En sus coloquios con Obdulia, Frasquito no cesaba de referirle su vida social y elegante de otros tiempos, con interesantes pormenores: cómo fue presentado en las tertulias de los señores de Tal, o de la Marquesa de Cuál; qué personas distinguidas allí conoció, y cuáles eran sus caracteres, costumbres y modos de vestir.
Elisa se esmeró entonces en su vestido y peinado; lució nuevas y ricas galas; aguzó el ingenio para que en las tertulias tuviese mayor hechizo su conversación; atrajo en torno suyo a cuantos hombres valían más por cualquier estilo; se rodeó de más brillante y numerosa corte que nunca, y ni aun así pudo vencer la indiferencia del Conde.
Ya ve usted: ¡medio mes de dormir juntos, sin otra separación que un tabique de madera!... ¡Y tantas veces que la han recordado las señoras argentinas en sus tertulias de la cubierta, sin sospechar que la tenían debajo de sus pies!... Los herederos se han portado bien.
El regente opinó, y con él toda la Territorial, que el señor Mourelo, arcediano, había estado a mayor altura que el señor Obispo. Esto cundió por las tertulias, corrillos y paseos, y cuantos pretendían pasar plaza de personas instruidas, lamentaron que no hubiera más fondo en los sermones del prelado, que no se preparase y que se prodigara tanto.
Pero más que estas demostraciones sobre el terreno, les convenció la parrafada que les largué, casi un sermón entero, sobre lo que había sido, era y sería, mientras yo viviera, aquel noble solar para los tablanqueses; la importancia que daba y daría siempre a sus tertulias, y lo resuelto que estaba a que las cosas siguieran allí como en vida de mi tío... Convenciéronse al fin, pero no sin quedar yo convencido también de la razón con que decía, sin que se lo creyéramos los que le oíamos, cierto amigo mío, muy apasionado de la milicia, que debe ponerse mucho tiento en lo de reformar «instituciones» viejas, aunque sea con el fin de mejorarlas, porque, a veces, dos botones de más o de menos en el uniforme tradicional, pueden influir hasta en el desprestigio o en la indisciplina del regimiento que le usa.
Unos estaban sentados en sillas formando grupos, corros o pequeñas tertulias; otros iban girando por el paseo circular, en cuyo centro está el quiosco de la orquesta. Esta tocaba, con bastante maestría, el rondó final de la Cenerentola. Nuestro don Braulio y sus niñas no vieron una sola cara conocida. En vez de sentarse se pusieron a girar por medio de aquella concurrencia.
Palabra del Dia
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