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Actualizado: 25 de julio de 2025
Eponina quiso que esta se los pusiera para ver el efecto. ¡Ave María Purísima!... Púsose el primero; estaba encantadora. Púsose el segundo. ¡Oh, arrebataba! El tercero..., ¡Cristo!, el tercero caía tan bien a su cuerpo y figura, que sólo la idea de tener que quitárselo le daba escalofríos.
Pues á recoger los últimos restos de una pobre mujer que buscó en el suicidio el olvido á un amor desgraciado. No sería del país, replicó uno. Del país, y muy del país; tanto que no cuento detalles, porque no lejos de aquí viven parientes muy allegados de aquella desgraciada joven. ¡Vaya unas pruebas! añadió un tercero. ¿No ha satisfecho? ¿No? pues escuchen.
La de Jansien afirma haber visto a Luciana entrar sola una mañana en casa de Lautrec y estar allí un rato bastante largo para que Sofía pudiese subir a casa de su abogado, que vive en el tercero, entregarle unos papeles y volver a bajar, precisamente en el momento en que Luciana salía del piso bajo habitado por el joven.
Es más alto de lo que yo creía comentó un tercero. Sus retratos no le hacen mucho favor dijo una bonita muchacha, cuidando de que yo la oyese. Pura lisonja, sin duda.
Y si es alguna glosa, a mí se me entiende algo de achaque de glosas, y holgaría saberlos; y si es que son de justa literaria, procure vuestra merced llevar el segundo premio, que el primero siempre se lleva el favor o la gran calidad de la persona, el segundo se le lleva la mera justicia, y el tercero viene a ser segundo, y el primero, a esta cuenta, será el tercero, al modo de las licencias que se dan en las universidades; pero, con todo esto, gran personaje es el nombre de primero.
El segundo le fué algo ménos grato; el tercero estuvo incomodado; el quarto no le pudo aguantar; el quinto fué un tormento; finalmente, aburrido de oir cantar sin cesar: ¡qué ufano, qué contento dele estar de sí propio su grandeza! de que siempre le dixeran que tenia razon, y de que le repitieran la misma arenga todos los dias á la propia hora, escribió á la corte suplicando al rey que fuese dignado de llamar á sus gentiles- hombres, sus músicos y su mayordomo, prometiendo tener mas aplicacion y ménos vanidad.
Y este Tiñoso bogó el remo, siendo esclavo del Gran Señor, catorce años, y a más de los treinta y cuatro de sus edad renegó, de despecho de que un turco, estando al remo, le dio un bofetón, y por poderse vengar dejó su fe; y fue tanto su valor que, sin subir por los torpes medios y caminos que los más privados del Gran Turco suben, vino a ser rey de Argel, y después, a ser general de la mar, que es el tercero cargo que hay en aquel señorío.
Y venimos a este camino por los mejores lugares. Donde hallaba buena acogida y ganancia, deteníamonos; donde no, a tercero día hacíamos Sant Juan.
A que repuso el caballero Síndico, que el Exmo. Cabildo no procederia sin causa y sin manifestarla: y callaron. Tercero, que la Junta deberia nombrar quien ocupase cualquiera vacante por remocion, renuncia, muerte, ausencia ó enfermedad: contestaron de acuerdo.
El original de este Reglamento, que poseo, da exacta idea de lo que eran aquellas tertulias del famoso Café del Turco, y ofrece una nota bien característica de la época en que fué redactado. La forma en que se hacía la lectura está bien expresada, pues en el artículo tercero se lee que «la pieza destinada para el efecto, es en la que antes estaba la mesa del billar.
Palabra del Dia
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