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Actualizado: 7 de julio de 2025


En la mayor parte de los otros casos, en aquellos especialmente en que predomina el elemento nervioso, conviene atenerse á una de las primeras atenuaciones, por ejemplo, una gota de la tercera dilucion en agua. El jarabe de ambar gris se prepara magistralmente, segun la necesidad, en la proporcion de dos á diez gotas de la tintura por onza de jarabe de azúcar. § I. Historia.

La segunda, que no fuesen obligados á desterrarse de sus tierras los que quisieren vivir en el gentilismo, ó mantener muchas mujeres para su uso; y la tercera finalmente, que sus hijos no fuesen destinados al servicio de la Iglesia.

Estaba fascinada y no acertaba a contestarle... Todas las noches hablaba, como sabes, de cosas santas; con dificultad me decía algunas palabras a solas; me preguntó durante tres noches seguidas si le amaba, y a la tercera noche le contesté que ... sabes muy bien cómo nos entendíamos. Lord Gray me dijo: «Yo hablaré con Inés cerca de ti.

-Y ¿por dónde se sale, señora? -preguntó Sansón-. ¿Hásele roto alguna parte de su cuerpo? -No se sale -respondió ella-, sino por la puerta de su locura. Quiero decir, señor bachiller de mi ánima, que quiere salir otra vez, que con ésta será la tercera, a buscar por ese mundo lo que él llama venturas, que yo no puedo entender cómo les da este nombre.

Repita usted, Isidro, tales cosas a los de tercera clase, y seguramente que no llegamos a Buenos Aires. Se van a sublevar, a hacerse dueños del buque. Pero Maltrana, dominado por su emoción, no le escuchaba y siguió hablando: ¡La miseria!... lo que es, y quiero evitar que la conozcan aquellos que yo amo. Usted, Fernando, ignora mi vida.

Viene el día en estos coloquios, y aparece el marqués, que observa á los de la ronda y quiere perseguirlos, pero al fin retarda su venganza hasta la noche inmediata, por creerla más segura. La jornada tercera es como un intermedio y parodia de la acción principal, y representa los amoríos y querellas de los criados de ambos sexos, semejantes á los de sus amos.

Ya esta composición marca un progreso sobre la primera, la tercera será mejor que la segunda, la cuarta que la tercera, la quinta que la cuarta, la sexta que la quinta, y así de seguido... hasta que llegues a la obra maestra.

¡Ah! dijo respirando largamente , ésa es la cárcel, Eppie; no ha cambiado nada; ahora yo no estoy inquieto. Es la tercera calle a la izquierda, más allá de las puertas. Este es el camino que debemos seguir. ¡Oh! ¡qué feo sitio tan sombrío! dijo Eppie . ¡Cómo oculta el cielo! Es peor que el asilo de pobres de Raveloe.

¡Demonio, esta es verdaderamente horrible! Julia se echó a reír diciendo: En Sevilla las llaman «las tres circunstancias agravantes.» A la primera Premeditación, a la tercera Alevosía, y a la segunda Ensañamiento, por orden de fealdad. Tiene gracia... Cualquier día me voy a Sevilla por una de ellas. ¿Y son esas las primas de que me hablabas?

A la tercera vez ésta se hizo cargo de lo que aquello significaba, y exclamó mirándola con ojos risueños y compasivos: ¡Pobrecita! ¡Pobrecita mía! Cecilia se tapó los suyos con las manos y estuvo así un rato. ¿Qué tienes? le dijo al fin doña Paula. Nada, nada. Pero continuó cubriéndose los ojos. Vamos, ¿qué tienes, hija mía? No tengo nada contestó destapándose al fin.

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