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Actualizado: 23 de mayo de 2025
En torno de sus ojos claros y brillantes se observaba un leve círculo morado que prestaba a su rostro cierta tintura poética. Ya verá usted, Suárez, qué modo de cantar tiene esta chica dijo una señora. Lo celebraré, porque este señor don Serapio me había descompuesto los oídos para una temporada. ¡Oh, María es una profesora! Lo que reconozco por ahora es que tiene una figura preciosa.
Sin embargo, recuerdo que cuando venía a pasar alguna temporada a Sevilla, he jugado con ella en su casa y hemos paseado juntas con frecuencia. Después que entró en el colegio no la he vuelto a ver más de tres o cuatro veces, que fui exprofeso a visitarla con una tía mía y de ella también... Tiene usted buen gusto.
En aquel ameno lugar se goza de una vida muy feliz, semejante a la que se hace en los lugares de temporada veraniega de la América del Norte. Sin embargo, allí todavía queda lo suficiente de eso que se denomina costumbres locales para que la existencia en este sitio se califique de característica.
Muchas veces la dijo: «Has de saber cuánto tienes, duro por duro; y has de pensar siempre en lo que vayas a hacer, para que ni el prójimo te robe ni tú te engañes.» Paz estuvo una temporada de tres años en un colegio dirigido por monjas, lo cual no era muy del agrado de su padre; pero ¿qué hacer, si no había en Madrid otro linaje de casas de educación?
Pasó el Carnaval y doña Manuela se vio en plena Cuaresma. Era la hora de purgar los derroches y las alegrías de la temporada anterior. La modista francesa presentaba la cuenta de los trajes de las niñas, y además hacía falta dinero para los gastos de la casa. Total, que doña Manuela necesitaba tres mil pesetas.
Tiene un jarrón de China, que hubo quién sabe en qué lances, y ya lo trajo, para que adorne la fiesta; pero quiere que esté donde lo vea la niña Ana. ¡Ahora sí que ha empezado la temporada en la finca! Andar, bien, andar, Ana no puede; pero Petrona la acompaña mucho y Sol, siempre que van Juan y Lucía a pasear por la hacienda, porque entonces ¡qué casualidad! entonces siempre necesita Ana de Sol.
Meses antes, al llegar con el otoño la terminación de la temporada de corridas, el espada había tenido un encuentro en la iglesia de San Lorenzo. Descansaba unos días en Sevilla antes de irse a La Rinconada con su familia. Al llegar este período de calma, lo que más agradaba al espada era vivir en su propia casa, libre de los continuos viajes en tren.
Luego añadió, volviendo a sus observaciones anteriores. ¿Por qué habla usted de su deuda para con él, señor Seton, cuando yo bien sé que usted, con el fin de poder pagar la pensión de mi colegio en Bournemouth, vendió su mejor caballo, y no pudo, por consiguiente, gozar de sus cacerías esa temporada?
Cogedle dijo Machín a los suyos y dejadle ahí arriba. Puedes hacer reflexiones durante una temporada añadió, dirigiéndose a mí con ironía . Ya sabes que esa mujer no es para ti. Que te conste. Hoy me contento con dejarte aquí para que vayas madurando tus ideas; otro día irás a hacer compañía a los peces.
En los primeros días del año 1873, el Vizconde de Goivoformoso vino a París a pasar una larga temporada.
Palabra del Dia
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